jueves, 21 de mayo de 2009

INDICE


Introducción.................................................................

Capítulo 1. El Ser de las alas de Luz...........................
Capítulo 2. El lugar preelegido para el encuentro........
Capítulo 3. El primer encuentro....................................
Capítulo 4. El valle de los contactos...........................
Capítulo 5. El Ser celestial..........................................
Capítulo 6. La astronave-madre..................................
Capítulo 7. Encuentro entre la gente...........................
Capítulo 8. Explicaciones y enseñanzas.....................
Capítulo 9. Una luz en el mar......................................
Capítulo 10. La Mujer sublime.....................................
Capítulo 11. El prodigio del sol....................................
Capítulo 12. A bordo de la astronave..........................
Capítulo 13. Descanso en el espacio..........................
Capítulo 14. Oración y Mensajes.................................
Capítulo 15. En un planeta maravilloso.......................
Capítulo 16. El ultimo encuentro..................................
Capítulo 17. Un don de salvación................................
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UN DON DE SALVACIÓN




Capítulo 17.
UN DON DE SALVACIÓN.
No fue fácil, para nosotros, volvernos a adaptar a la vida terrestre sin más encuentros con los Hermanos. Pero no habíamos perdido el "contacto cósmico", y esto nos permitió en un primer momento elevar al cielo nuestros lamentos. Se nos había subrayado que tendríamos que dar nuestro testimonio entre los hermanos de la Tierra sin pretender ulteriores encuentros o hechos extraordinarios.
Recordaba muchas cosas que se nos habian dicho. Ahora comprendía por qué se nos había repetido: "Habréis de tener mucha fe". En realidad, tenía la impresión de haber vivido mucho tiempo inmerso en la luz y ahora me sentía abandonado en la oscuridad más tenebrosa. Comenzaba a comprender qué significa realmente en este mundo tener fe para poder caminar hacia la luz. El sufrimiento de aquellos días fue grande.
Me volvieron a la memoria algunas de sus frases como: "Sabréis, pero seréis como todos los demás", o "cualquiera que en la Tierra tuviese una experiencia como la vuestra y tuviese que volver a vivir normalmente sin nuestra ayuda, enloquecería. Pero vosotros, no temáis, no enloqueceréis. Ninguno de vosotros enloquecerá" y eso me daba un gran consuelo y fuerza interior que suavizaba notablemente mis sufrimientos.
También Tina y Paolo estaban superando la misma prueba. A veces hablábamos mucho tiempo, y Tina se deshacía en lágrimas y parecía sin consuelo. Comencé a revelar a alguna persona amiga algo de las experiencias de las que había sido protagonista con los otros. La confidencia corrió y en la ciudad se empezó a hablar de ello. No faltaron las primeras desconfianzas y los primeros sufrimientos que vinieron a añadirse a los interiores.
A Tina se le dijo que se mantuviese apartada por un periodo de tiempo.
Acompañado por Paolo, comencé a hablar a los primeros grupos de personas que querían ser puestas al corriente de las cosas sucedidas. Paolo se sentía fuerte y seguro. Por el contrario, en mí había surgido un cierto retraimiento, debido sobre todo a mi natural timidez. Entraba a las reuniones que se celebraban en distintos lugares de Génova empujado por la fuerza de Paolo. Después, cuando tenía que empezar a hablar, algo penetraba en mi ánimo, me sentía en paz, y un gran Amor hacía fluir de mi ánimo las palabras adecuadas. Después volvía a entrar en mi estado anterior, por el que hubiera querido casi ocultarme. Cuando la gente me formulaba las preguntas más variadas, recordaba cuantas les habíamos fomulado a los Hermanos venidos del Espacio. Cuántas veces había preguntado a aquel Ser angélico que nunca quiso revelarnos su vedadero nombre, Firkon, el por qué de tanta paciencia con nosotros, de todo aquel Amor increíble. Y la respuesta había sido siempre: "Dios nos ama y nosotros os amamos". Así nos sentíamos ahora impulsados a transmitir este Amor a los hermanos de la Tierra.
En los seis meses de encuentro con los Hermanos, me había hablado con frecuencia la voz del Señor. Me invitaba a recogerme en silencio en mi casa. “Abre la Biblia", decía, “y lee. Yo te diré”.
Así hacía, y mientras leía las palabras de la Escritura, El me hablaba explicándome muchas cosas. Su voz era dulce y profunda, y me extasiaba durante todo el tiempo. Me abstraía en la belleza del relato bíblico y quedaba admirado de las cosas actuales relacionadas con aquellas palabras antiguas.
Con frecuencia Lo veía en la vibración de luz coloreada en la que me había visitado una noche. A veces Lo sentía llegar por detrás de mi, y de repente una gran dulzura y una sensación de paz profunda me invadían, y la alegría corría por mi ser.
Un día, mientras meditaba en las palabras que los Hermanos nos habían dirigido poco antes, había abierto la Biblia al azar. El Señor se acercó a mí de repente y oí su voz: "He morado demasiado con quien detesta la paz. Estoy por la paz, pero cuando hablo de ella, ellos quieren la guerra." Eran las palabras del Salmo 120, titulado "Los enemigos de la paz".
Quedé turbado y pregunté de qué guerra hablaba. El respondió:
"Las verdaderas realidades son las del Espíritu, no las de la materia. Cuando yo os hablo, ante todo os digo siempre lo que concierne al Espíritu. Pero otras veces te he explicado que la materia está ligada estrechamente a la suerte del espíritu". Siguió un silencio profundo en que se hizo más clara la presencia del Señor, que ahora estaba a mi lado derecho. Con un tono grave que me pareció triste, dijo El:
"Una gran guerra, sin precedentes sobre el planeta, será solamente una pálida imagen del estrago que el enemigo hará espiritualmente con todos los hijos del Padre. El enemigo hará caer, como está escrito en el Apocalipsis de Juan, hasta las estrellas del cielo. Pero no todas. Y el Padre responderá con un Amor y con un don de Salvación sin precedentes por la Tierra".
Recordé lo que la Virgen nos había anunciado en el encuentro de la gran llanura. Comprendí que se refería al Tercer Secreto de Fátima y a los hechos que preceden al Reino de los Mil Años profetizado por Juan en el Apocalipsis. Otra vez se hizo el silencio. Veía su rostro circundado de luz. Sentía que iba a decir algo todavía y temblaba esperando. Aquel anuncio era de una gravedad única y excepcional para los hombres de la Tierra; pero lo advertía como un grandioso signo de misericordia y salvación. Continuó diciendo: "Leed los mensajes de mi Madre: Fátima, La Salette y otros. Ella ha venido a vosotros para poner en la Tierra una semilla importantísima de Amor y Salvación. Pero del mismo modo para hacer una grave advertencia a los que quieren el triunfo del mal para sí mismos y para los hermanos. “Estos sustentadores del mal”, concluyó, "no tendrán excusa de ninguna clase. Ha habido manifestaciones tales como para alcanzar también a los ciegos y a los sordos".
Ahora el Señor no estaba ya presente junto a mí en aquella forma. El corazón me ardía con un Amor indecible, si bien sus últimas palabras produjeron en mí una sensación de tristeza.
Hubiera querido salir de allí, de aquella habitación, para decir a cada uno, a cada hermano que encontrara por la calle, que era preciso hacer algo.
Recordé también las palabras de Jesús: que ninguno es más que el Maestro. Anoté en mi cuaderno las palabras oídas, como siempre hacía, y me dije que daría con todo el corazón mi humilde contribución a la causa de la salvación de este mundo, confiada a todos los hombres de buena voluntad.

EL ULTIMO ENCUENTRO

Capítulo 16.
EL ULTIMO ENCUENTRO.
Al empezar Septiembre de 1980 fuimos llamados al último encuentro.
Nos trasladamos hacia el interior de la tierra genovesa.
Llegados al lugar vimos el disco que parecía un milagro en aquel día gris. Tres figuras humanas se acercaron hacia nosotros, que esperábamos en pie en la hierba del prado. Mi corazón estaba alborotado y se consumía pensando que no los volveríamos a ver más tan cerca.
La vista de la Virgen, de aquella Criatura Divina que tenía tanto Amor como para venir a visitar a los hombres de la Tierra tan humildemente, y su belleza sobrenatural me conmovieron hasta el punto de que a duras penas pude contener las lágrimas. Mis hermanos estaban visiblemente conmovidos y tenían los ojos puestos en los tres visitantes. No era como cuando nos encontrábamos en el mundo visitado por nosotros. Sin embargo, la Virgen estaba ante nosotros como entonces y el corazón nos ardía con un Amor extasiante y purísimo.
La Virgen sonrió y dirigió su dulcísima mirada hacia nosotros. "Bueno", dijo, "todo está cumplido; estáis preparados para vuestra misión, para dar testimonio de cuanto habéis visto y oido. El Espiritu de Dios os ayudará".
Me sentí tan pequeño e imperfecto frente a aquella dulce Criatura, que no me atrevía a hablar. Ella esperó y sonrió otra vez y asi vencí cualquier titubeo.
“¿Qué tendremos que hacer?", pregunté. “¿Y cómo vamos a hacerlo?”.
Quedó recogida con su expresión más suave como para darnos tiempo a prestar la mayor atención y luego dijo: "No importa hacer programas humanos. El Espiritu os conducirá y os enseñará qué hacer y qué decir. Ahora sabéis. ¿No habéis visto con qué sencillez os hemos llevado a semejante experiencia?. Pues bien, éstá es la mayor lección del cielo para vosotros, hijos: la sencillez, que es humildad".
Repitió como en una melodiosa insistencia: "Sencillez, sencillez, sencillez y humildad".
Una paz profunda recorrió mi ser y procuré disipar cualquier pregunta sobre el porvenir de la misión que se nos había confiado y que se debía llevar a cabo ahora. La Virgen dijo otras cosas: Rafael y Firkon seguían atentamente sus palabras y de vez en cuando sonreían.
"Ya otras veces se nos ha hablado del libro que tendrá que publicarse", pregunté, “¿Qué debemos hacer?”.
"¿Qué importa ahora el libro? ", respondió Ella dulcísima. "El editor vendrá y el Espíritu lo guiará también a él, que lo publicará según la voluntad del cielo. Sed sencillos, para que Dios pueda siempre guiar vuestros pasos".
Era cerca de mediodía. Las nubes que cubrían el cielo se abrieron, y el sol asomó deslumbrador entre las densas nubes y vapores. La Virgen apareció investida de aquella luz dorada. Su belleza era maravillosa y abrasaba el corazón. Instintivamente nos arrodillamos. Firkon, rezando, dijo: "El Angel del Señor llevó el anuncio a la Virgen María".
"Y Ella concibió por obra del Espíritu Santo", resonó la voz de Rafael.
Estábamos todos de rodillas, hermanos de la Tierra y Hermanos del Espacio, en torno a la Virgen que estaba de pie y había unido las manos aIzando sus ojos Iuminosos al cielo. Su vestido parecía de seda azulina purísima y no mostraba costuras.
En el lado un cinturón de tela blanca le sujetaba la cintura. El vestido tenia mangas anchas recogidas en los puños. Los cabellos, entre rubios y castaños, le caían por los hombros y a lo largo de la espalda.
Rafael vestía una túnica color oro que a veces parecia asumir tonalidades entre el amarillo oscuro y el marrón. Firkon vestía un “chandal” amplio color caqui. Ambos calzaban sandalias de color parecido al cobre, mientras que la Virgen tenía los pies desnudos.
Rafael empezó a recitar el Ave María. Lo seguimos todos juntos en la oración, y el corazón se llenó de una dulzura indecible. Hubiera querido permanecer así, frente a aquella Criatura sublime, sin tener que volver a levantarme ya, tanta era la alegría que tenía en el corazón y la sensación de que con Ella podríamos volver al Espacio. Pero Ella nos invitó, con una leve señal de las manos, a levantarnos.
“Seréis poco comprendido por los hombres”, dijo, “pero los que quieran comprender, os escucharán. Muchos que creen en Dios os acusarán de profanación, porque habéis osado presentar realidades celestes y criaturas sobrenaturales en forma cósmica. Les preguntaréis por qué Dios mismo quiso bajar al Cosmos y asumir sobre la Tierra figura humana. No temáis: el Espíritu os guiará y os dará ayuda, que se dará también a quien se ponga al servicio de Jesús y de su causa que es la de vuestra salvación”.
La Virgen nos dijo aún muchas cosas referentes al tiempo futuro, a la misión que se nos había confiado, y nos hizo tomar conciencia de algunos problemas que tendríamos que afrontar a lo largo del camino de nuestro testimonio.
"No tenéis nada que temer", dijo. "Daréis vuestro testimonio. Sed humildes y servid a vuestros hermanos, igual que Dios nos sirve a nosotros y nosotros os servimos a vosotros. Yo estaré siempre cerca de vosotros y os ayudaré como una Madre”.
Nos dijo otras cosas y nos hizo otras recomendaciones con la dulzura y el cuidado de una Madre y de una Hermana, con sabiduría y prudencia. Luego nos bendijo imponiéndonos las manos, nos sonrió y, mientras estábamos todavía de rodillas en la hierba, se alejó con Rafael y Firkon.
El disco voló como un rayo. Sentíamos en el corazón una gran paz y hubiera llorado, porque sabía que éste había sido nuestro último encuentro.

EN UN PLANETA MARAVILLOSO




Capítulo 15.
EN UN PLANETA MARAVILLOSO.

Entramos en el gran disco. Vinieron con nosotros Rafael, Firkon, Orthon, Kalna, Ilmuth, Zuhl, y otros tres Hermanos, dos hombres y una mujer. Había aire de fiesta: el interior del disco detector era distinto del que ya habíamos conocido. La cabina y los demás espacios internos estaban separados por paredes. En el centro había un gran tubo luminoso, que iba desde el centro del pavimento hasta la cima de la campana. Nos asomamos a una escotilla.
"¡Dios mio!, exclamó Tina, y retrocedió como para contener la emoción de aquella vista.
Paolo, fascinado por el espectaculo que aparecía a sus ojos, no se separaba de la escotilla. Estabamos bajando suavemente hacia el suelo de una tierra maravillosa. Una naturaleza verdeante se distribuía por llanuras, montes y colinas. Un gran río en el que había diseminadas numerosas islas, corria con sus aguas azules hacia un gran mar. El cielo era surcado por discos volantes. No vi ciudades, casas o centros habitados. Esto me sorprendió, pero Rafael que había leido en mi pensamiento, me explicó: "En estos mundos fieles a las Leyes Universales se vive inserto en la naturaleza".
En aquel cielo resplandecía una inmensa luz, procedente de un astro semejante al sol, que se distribuía suavemente, y agradaba a la vista. Noté que era distinta de la también maravillosa que da el sol a la Tierra. Vapores esparcidos formaban vagos encajes en el cielo, y formas encantadoras reflejaban la luz de aquella estrella, creando coloraciones tenues y más fuertes.
En un momento estuvimos entre la tupida vegetación de una colina. Desde allí nos llegaba el sonido de las olas del mar levemente movido por un vientecillo embriagador. Bajamos hollando una hierba semejante a la nuestra de la Tierra, pero cuya coloración verdosa se difuminaba en tonos variados. También las formas de los árboles y de las hojas eran más graciosas y difuminadas de color por los lados, mientras éste se veía más concentrado en el interior. La frondosa vegetación ofrecía frutos semejantes a los de la Tierra, aunque no del todo iguales: parecían manzanas, piñas o bananas; otros eran rojos y redondos. Todo mostraba una variedad y una armonía difíciles de imaginar.
Nos vinieron juguetones al encuentro algunos graciosos animales semejantes a los panda, pero ligeramente más grandes que los que viven en la Tierra, y los acariciamos con afecto.
Entonces, nos encaminamos con los Hermanos hacia un prado en el que se posaban algunos discos detectores mientras otros salían de allí. Lo recorrimos lateralmente, e Ilmuth nos explicó que el lugar era uno de los más importantes puntos de reunión entre Hermanos de muchos mundos. Dimos la vuelta al rededor de un árbol cuyo enorme tronco tenía una circunferencia muy grande y cuyas ramas tenían una extensión de varias decenas de metros; sus hojas eran anchas y muy elaboradas, con un matiz y variedad de tenues colores desde el verde al rojo. Quedé mirándolo encantado, mientras Tina lo tocaba como para saludarlo.
Mientras tanto, guiados por Rafael, continuábamos caminando con los Hermanos.
Ahora se hacía la colina más abrupta, y bajo la costa la vegetación era más espesa. Apareció, allá abajo, una construcción semejante a un enorme hongo o a un disco apoyado en el prado. Tuve la impresión de que era una habitación o un templo o un edificio, como podría ser un albergue de la Tierra. Su color era indefinible, iba desde el verde al marrón, del azul al beige. Observé la perfecta sintonía con los colores de la natureleza, del cielo y del terreno que en algunos trechos estaba como recubierto por un musgo de color de la tierra, semejente a una alfombra natural.
El gran disco parecía hecho del mismo material con el que estaban construidas las astronaves en las que habíamos viajado; pero, a pesar de la fuerte sensación de trasparencia, no se podía ver el interior desde fuera. Entramos por la puerta abierta: ¡el espectáculo que se presentó a nuestros ojos era indescriptible!. El pavimento de la gran sala estaba formado por la hierba del suelo, que a trechos estaba recubierto de aquel musgo que acabo de describir. Algunas alfombras estaban dispuestas aquí y allá, y armonizaban bien con la naturaleza del lugar que estaba respetada cuidadosamente. Había preparados por grupos lugares para sentarse en sillas y butacas, algunas sobre alfombras y otras en el suelo. A un lado de este enorme salón había butacas y divanes, dirigidos hacia el interior de la sala como en un lugar de reunión donde algunos oradores deben de dirigirse a la asamblea. Columnas de distinto tamaño surgían del suelo y se elevaban hasta sobrepasar el techo: en realidad se trataba de los troncos de los árboles, que no habían sido talados. Sus frondas protegían de aquel sol y creaban un juego de luces y sombras gracioso, que daba una sensación de serenidad y reposo dulcísimos. Mientras que desde fuera no se podía ver el interior, a pesar de su trasparencia, desde dentro se podía admirar el exterior de la naturaleza circundante y semejante vista producía un efecto relajante por el filtro de las paredes y del techo. A un lado de la gran sala y al fondo había portezuelas que se abrían y se cerraban silenciosamente sin la ayuda de manillas, para dejar entrar y salir a los Hermanos. Comprendí que había estancias para diversos usos. Los Hermanos podían allí reposar y nutrirse o leer y conversar.
Salimos de allí, y Rafael nos condujo a un pradillo enteramente rodeado de un riachuelo. Grandes plantas daban sombra y dejaban espacios de luz que procedía del astro que daba vida a aquel mundo. Nos dijeron que asistiríamos a un espectáculo organizado para nosotros por aquellos Hermanos.
Nos sentamos en la hierba. Mientras tanto, continuaban llegando otras personas, con las que intercambiábamos saludos o noticias. Después hubo silencio. El prado estaba atestado de gente. Al fondo, delante de nosotros, junto al arroyo, se formaron coloraciones y se hizo realidad un gran escenario campestre.
La luz de aquella energía misteriosa armonizaba muy bien con la luz natural, y era ligeramente mas acentuada.
Algunos Hermanos entraron en "escena" e iniciaron la representación de un espectáculo que se desarrolló en fases alternando con modalidades que en la Tierra podríamos definir semejantes a comedia, cabaret o espectáculo musical.
Sobre todo hubo escenas de un gran humorismo. Todos reían, y nosotros también nos contagiamos de la risa al asistir a aquel espectáculo hilarante, con muchos rasgos cómicos desarrolIados con extraordinario arte. Hasta la naturaleza participaba de aquellas escenas aumentando así el sentido del humor. Se producían efectos que no son posibles en la Tierra.
Luego la escena cambió, y tuvo lugar la representación de una historia apasionada: un hombre y una mujer a la búsqueda, con otros Hermanos del Espacio, de una criatura que, queriendo llegar hasta el Padre Dios, había realizado un vuelo por el Espacio sin que sus posibilidades se lo permitiesen. Su ciencia era muy limitada, pero su corazón sincero y su Amor eran tales como para hacerle posponer toda otra cosa al deseo de llegar a mundos donde fuese posible ver sin velos el Rostro Divino del Creador. Esta historia, que contada así podría parecer banal, fue por al contrario de una realidad y de una eficacia increíbles. Vi a muchos Hermanos conmovidos y a Tina que se secaba las lágrimas. Paolo, a su vez, me dijo que se identificaba mucho con la maravillosa ingenuidad de aquella criatura de Dios.
Después hubo escenas de bailes y danzas y la ejecución de un espectáculo musical.
Una misteriosa energía vital producía aquellas escenas con luz, color y perspectiva, que penetraban en quien participaba en ellas.
Se metía uno tan dentro de aquellos hechos, que parecía ser protagonista más que espectador. Me di cuenta de que era posible producir efectos en la escena. No lograría decir más para hacer comprender la íntima comunión con cuanto se desarrollaba ante nuestros ojos.
El prado fue escenario de una fiesta bellísima, donde la alegría de cada uno y de todos tuvo ocasión de manifestarse.
Todos aquellos Hermanos procedentes de tantos mundos eran felices de volver a encontrarse y de volver a intercambiar experiencias y cosas nuevas de sus mundos. No sabría decir cuánto duró todo esto. Aquel sol irradiaba una vitalidad y difundía una luz que harían gozar todos los sentidos.
Entramos al edificio en forma de disco. Allí dentro se reunió una gran asamblea de Hermanos. Un perfume suave circulaba por el aire, como de flores delicadísimas de los campos en primavera. La maravillosa Señora del Espacio estaba allí frente a todos. Sonreía, y junto a Ella estaba un Señor de una belleza impresionante. Reconocí en El a la figura de luz que me habia visitado una noche, después de haberme sido anunciada por Rafael.
Como entonces, ahora El vestía de blanco, sus ojos eran azules, tenía cabellos y barba castaños y parecía de unos treinta años de edad. Con ellos había bellas figuras de hombres y mujeres cuyo aspecto embelesaba de dulzura e infundía veneración, suscitando sentimientos de gran amabilidad. Los ojos de todos se dirigieron a la Señora del Espacio y al Señor.
"Amor a todos los hijos del Padre", dijo este último, “y paz a los hombres de buena voluntad de la Tierra".
Un largo aplauso suave se levantó de toda la asamblea. Vi a aquellos Hermanos visiblemente conmovidos. El rostro del Hombre era de una belleza y de una majestad indescriptibles. La Señora, a su lado, era su perfecto coronamiento. Su delicadeza y su belleza colmaban aquella vista que satisfacía el corazón y lo hacía redundar en dulzura y en sensaciones maravillosas.
"Yo soy el buen pastor", dijo El con su voz dulcísima "yo conozco mis ovejas de la Tierra y ellas me conocen, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre".
Todos estaban escuchando atentamente.
"Por mis ovejas de la Tierra", dijo de nuevo con conmovedor acento amoroso, "he dado mi vida. He recibido de mi Padre el poder de dar la vida y de poderla recobrar. Este es el encargo que he recibido de mi Padre".
Volvió su divina mirada a la mujer que estaba a su lado. Ella lo miró y toda la asamblea prorrumpió en un largo, suave y conmovido aplauso que parecía no tener fin.
"Pronto", continuó volviendo su mirada a todos, "podremos decir a los hijos de la Tierra que todas las Escrituras se han cumplido. Pronto yo habré hecho nuevas todas las cosas y habrá, según la promesa, nuevos cielos y nuevas tierras. Esto lo realizaré yo según la voluntad de mi Padre".
"Vosotros", dijo con voz sonora y dulcísima, "sois mis amigos, mis hermanos. Con vosotros recogeré a mis hijos de todos los tiempos y todo se cuplirá según las Leyes del Amor Universal del Padre. Se llevará a cabo la justicia y todos veran y sabrán la verdad. En respeto a la libertad concedida por el Padre a todos sus hijos, nosotros dimos solamente Amor, buenas acciones y nuestra Palabra, incluso a los que quisieron sofocar la alegría de nuestro corazón, dimos el gozo de la verdad, y nos causaron mucho dolor. Nosotros aceptamos tales sufrimientos, como también los soportamos actualmente con benevolencia, participando del dolor del Padre Dios. Pero sobre todo insistimos en dar la palabra que indicase el camino adecuado y diese, en virtud de ello, conocimiento y Vida Eterna. Muchos hijos del Padre Dios dieron la Palabra a los hombres de la Tierra. Ellos revelaron los pensamientos y el corazón del Creador. Por esto no siempre fueron amados y respetados por los que no amaban la verdad del Padre. Muchos profetas predijeron mi venida. Luego vine al mundo de los hijos de la Tierra y fuí llamado Verbo, o Palabra, por los que eran míos y me habían reconocido. Dije quien era y me dieron muerte. Me mostré con este cuerpo que pasaba a través de las paredes de las casas de los hombres de la Tierra y comía con ellos para ser después elevado por mi voluntad a otra dimensión y estado. Vosotros, hermanos, me precedísteis y me seguísteis; siempre hacéis las mismas cosas que yo hice y queréis las mismas cosas que yo quiero, porque es la voluntad del Padre Celeste que nos une en su Amor Universal. Esta Palabra que muchos dieron a la Tierra y que yo di no ha logrado traer sin embargo a algunos rebeldes a la vía del Amor y de la Verdad Universal. Nosotros tenemos paciencia y la tendremos siempre, porque paciente es el Padre Celeste. Pero el dolor que El ha revelado y el dolor de muchos hermanos que sufren injustamente y han sufrido en todas las épocas terrestres, ha elevado la oración de los mártires que escuchó el Hermano Juan y escribió en el Apocalipsis. Por esto el Padre me ha pedido que haga nuevas todas las cosas en la Tierra y que ponga a mis enemigos por escabel de sus pies, a los enemigos de la felicidad de los hermanos, del Amor Universal. Está decretado que pronto se restituya la paz al planeta Tierra y a sus hijos que sufren hambre y sed y que quieren Amor y Justicia. Por esto el Padre, Yo, mi Madre y todos los Hijos de la Fraternidad Universal pronto ayudaremos al retorno de la Tierra a la comunión de Amor y de Paz que nos liga a todos con el Padre Dios. Los rebeldes que sembraron lutos y ruinas en la Tierra serán objeto de las atenciones del Padre en otra sede y en otro tiempo. La Tierra será nuevamente Jardín del Edén. En las astronaves habrá fiesta y gran alegría, cuando confiemos al Padre, a su infinito Amor y a su misericordia y justicia, a sus divinas manos propensas al perdón y lentas en la ira, a los rebeldes, a los hermanos que no quisieron aprender la lección milenaria del mal y prefirieron quedar sordos a la palabra de Amor y de Verdad que se les ha dado y sellado con la sangre de los mártires.
Un sentido aplauso se leventó antes de que el Hombre hubiese acabado de decir estas últimas palabras.
"Pronto", dijo, "vendré a los hermanos de la Tierra, vendremos a aquellos cielos a derrotar muerte y odio, y entonces refulgirá la grandeza de los humildes y de los sencillos. El servicio en el Amor y en el conocimiento sustituirá a todo concepto de poder. Será el fin de la bestia que quiso colocarse en lugar de Dios. El hombre es dado en el número seis, mientras Dios fue dado en el número tres. 666 es tres veces seis, es decir, el hombre que quiso ponerse en lugar de Dios. Este es el número de la bestia que perecerá y con ella el falso profeta que dio su palabra no verdadera que no era la nuestra, no era la mia, no la vuestra, no la del único y verdadero Padre Universal. Cuando todo se cumpla, vosotros, los Querubines de las Escrituras, pondréis fin a vuestra vigilancia y dejaréis que todos mis hijos de la Tierra puedan surcar los espacios infinitos creados por el Amor del Padre. Yo soy testigo del Amor Laborioso de este Padre. Ninguno conoce al Padre como yo y mas que yo. Sus hijos tuvieron de El el Derecho de recorrer los infinitos espacios, de habitar sus infinitos mundos creados, de recoger los infinitos frutos de su Amor, pero no de traicionar a su infinito Amor, de traicionarse a sí mismos, la propia Vida y la de los Hermanos.
"Nosotros enviamos a Noé, a Moisés, a Elías, a Enoch y a muchos otros. El Hermano Elías, gran hijo del Padre, gritó: "Me consumo de celo por el Señor Dios de los Ejércitos". y como él, todos los demás que enviamos adoraron a Aquel que en la Tierra ordenó sus Ejércitos Celestes. Trajimos en nuestras astronaves a Elías y a muchos otros que conocieron la primera resurrección de la carne de la que os hablaron todos los profetas y Juan en el Apocalipsis a propósito del Reino de los Mil Años. Siempre acompañamos a los hombres de la Tierra, como hizo también Rafael con el joven Tobías. Nunca les dejamos solos. Nuestra palabra fue salvación y verdadero conocimiento para todos los que quisieron acogerla como luz de la verdad. Mostramos a los profetas el tiempo del fin, de la victoria final del Dios de los Ejércitos sobre una loca rebelión de muchos de sus hijos. A Ezequiel se mostraron cosas que están sucediendo en la Tierra y sucederán dentro de poco. No está escrito que Dios creó las tinieblas, sino que El creó la luz y la separó de las tinieblas. Porque éstas se habían creado por quien había tenido poder para hacerlo. Todo lo que hizo el Padre era bueno, como se afirma repetidamente en la Escritura que narra la creación. Después del Exodo que habrá en la Tierra y que no tendrá precedentes en la historia el mundo y de las iglesias, toda Ley Humana cederá el lugar a la Divina y Universal del Padre Celeste. Los hijos del Amor Universal no serán ya inducidos a prostituirse a sí mismos; todo sepulcro blanqueado mostrará su interior. La historia del mal llegará a su fin, y se develará todo engaño del príncipe de las tinieblas. Pronto la Meretriz verá los siete truenos que fueron sellados. Preparaos, vosotros que sufrís hambre y sed a causa de la justicia: el Reino de los Cielos está cerca y todos lo verán. Ni un anhelo de vuestro corazón se perderá".
Todos se levantaron, y los presentes se reunieron en una única voz:

"Padre Nuestro que estás en los cielos,
Santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hagase tu Voluntad,
así en la Tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras deudas,
como nosotros las perdonamos a nuestros deudores,
y no nos dejes caer en tentación,
mas libranos del mal. Asi sea "

El cuerpo del Señor y de la Señora se iluminaron, resplandeciendo con una gran luz. El con una luz dorada y Ella con una luz blanquísima, que invadía todo el ambiente. Primeramente prevaleció la luz blanquísima del cuerpo de la Virgen, como si un sol sin igual irradiase en aquel templo: invadió cada ángulo y produjo una realidad maravillosa que penetraba todo y a todos. Me di cuenta, de que mi cuerpo y el de todos los Hermanos se convertia gradualmente en aquella misma luz. Comenzaba a vivir y a sentir en mí toda la realidad interior de cada uno, y participaba de la de la Mujer como sucedía a todos.
Todo pensamiento, todo sentimiento, toda emoción y todo conocimiento posible eran como una grandiosa y dulcísima sinfonia, una armonia de las mentes y de los corazones. Todos éramos Uno: el éxtasis que producía la Mujer del Espacio y Su luz unificaba y reavivaba a todo y a todos.
Percibía mundos y Hermanos de otros mundos que no estaban allí. Sentía un Amor arrollador y un anhelo apasionado que llevaba a todas mis facultades hacia el Padre. Una lluvia de luz inundó de lo alto toda realidad dando una profunda sensación de pureza y liberación.
Entonces, comenzó a resplendecer el cuerpo del Señor: era más luciente que un sol y su luz dorada y suavísima penetreba por todas partes y producía arrobamiento y plenitud interior. Percibí en aquel espacio de luces en fusión Universos enteros. Sentía que el hombre, en su espíritu, no tiene límites y me sentí como arrastrado dulcemente en extasiantes profundidades.
Cuando todo llegó al colmo y me sentía en el Amor de todos los Hermanos, en el purísimo y suave de la Mujer, en el Amor ardiente y Divino del hombre, ardió un Fuego sutilísimo y penetró toda esencia vital. Fue como ser transportados de abismo en abismo, de mundo en mundo, de cielo en cielo, de éxtasis en éxtasis. En aquel Fuego todo era evidente, todo conocimiento claro. Volví a oir las palabras que se nos habían dado y me dí cuenta de que todas las expresaba aquel Fuego. Vi venir de lo alto un Rostro Divino de una belleza Inconcebible, que descendió a poseer cada fibra de nuestro ser y de todos los Hermanos, de la Virgen y del Señor. Un segundo Rostro Divino vino de las profundidades y emergió en toda realidad vital.
Vino finalmente un tercero, que parecía proceder de toda parte y de todo punto: envolvió e incendió todo con un anhelo de Paz y de Amor que produjo una única voluntad de perderse en la divinidad.
Después acabó todo, y por un momento, después de tales cosas, el lugar pareció extinguido, hasta que las facultades recobraron su condición ordinaria según la realidad vital posible bajo aquel sol en aquella naturaleza.
Volvimos al disco. La despedida había sido una gran fiesta y una incondicionada demostración de Amor y Fraternidad por parte de los Hermanos. Subieron a bordo Rafael, Orthon, Firkon, Kalna, Ilmuth y Zuhl, que pilotaba. El disco vibró apenas, y volvimos a elevarnos en aquel gran cielo de Luz hacia la astronave madre suspendida en el espacio. Se iniciaba el viaje de retorno a la Tierra.

ORACIÓN Y MENSAJES.

Capítulo 14.
ORACIÓN Y MENSAJES.
Un gradual aumento de la luz y una música suave nos despertaron. Pasaron a recogernos Rafael y Kalna, que nos acompañaron a una sala donde algunos jóvenes y muchachas estaban danzando.
Otras cantaban, acompañados por la música de algunos instrumentos. Los Hermanos que tocaban eran muy habiles en aquel arte y dotados de especial sensibilidad. Algunos de aquellos instrumentos nos eran desconocidos del todo, puesto que eran completamente desiguales a los nuestros; otros podrían ser definidos semejantes al violín, al arpa, a la trompeta, al oboe y no sé si al clavicémbalo, órgano o piano. Emitian sonidos cálidos, suaves y sutiles, con una armonía que manifestaba una elevación sobrenatural. Algunos fragmentos, aunque estaban más allá de toda comparación con músicas de la Tierra, me recordaban ciertas arias de Bach. Los Hermanos entraban y salían libremente. Eran hombres y mujeres que mostraban una edad difícilmente definible pero que habría calculado entre los quince a los treinta y cinco años. Sus expresiones eran dulces, hasta en la variedad de las fisonomias y de su personalidad. Algunos parecían más meditativos por temperamento, otros más practicos y vivaces. Había en ellos distintas facciones y características diferentes, que en la Tierra podriamos relacionar con la variedad de razas humanas, con la diversidad entre las gentes de naciones y regiones lejanas una de la otra. Todos nos saludaban afablemente; alguno se detenía a pedirnos noticias y nos manifestaba su acogedora simpatía. Todos estaban informados de nuestra procedencia y estaban al corriente de la misión que Rafael y los demás llevaban con nosotros.
Después ejecutaron un canto tan melodioso que nos embelesó. Los movimientos de los danzadores y danzarinas eran tan ágiles y expresivos que impresionaban el ánimo profundamente.
En un momento determinado se hizo el silencio. Un Hermano que estaba presente y que debía ser muy amado y venerado por el alto grado de su evolución y conocimiento, dijo en voz alta: "Que el Padre Celeste bendiga a nuestros hermanos de la Tierra. Que su luz infinita ilumine las mentes de los que no le ven. Que Dios recompense y proteja a quien se dedica a su justa causa. Que atraiga a Sí con su dulcísima fuerza a todo hijo perdido".
Dichas estas palabras, toda la asamblea recitó en voz baja y con sentimiento una encendida oración:

"Padre Amadísimo y siempre adorable
que estás más allá de todo Espacio;
es dulce recordar tu Nombre;
Tu "Amor penetra todo abismo
y arrebata nuestros corazones;
nosotros te rogamos ahora
por todos los hermanos de la Tierra.
Dales Tu Luz y Tu Fuego.
Perdona todas sus ofensas.
Haz que ellos perdonen a los hermanos
que no saben Amar.
Quita todo pecado del Cosmos y de la Tierra.
Que todos tus hijos te conozcan, oh Padre,
y te amen eternamente.
Escucha oh Padre,
y danos alegría y paz
en el conocimiento.
Así sea."

Una dulcísima paz nos había entrado con las palabras de súplica de aquellos Hermanos. Los ojos de Tina estaban llenos de lágrimas. Paolo estaba absorto y silencioso. Miré a Rafael, que dijo:
"El Padre Dios, Aquel que es Bueno y Humildísimo, Grande y Poderosísimo, nos hace sentir su divina presencia y su amorosa sonrisa".
Siguió un tiempo de recogimiento, en el que cada uno habló al Padre en lo secreto de su corazón. Advertía Su presencia más que si hubiese tomado una forma y hubiese sido una persona visible. Lo amé por mi y por todos sus hijos de la Tierra. Lo amé porque lo sentia amabilísimo.
Una pared lateral de la sala se descorrió mostrando otra pieza contigua de la astronave. Ahora se había formado un gran salón único donde se reunieron otros hombres y mujeres.Todos se sentaron; Rafael se levantó y empezó a hablar así:
"Toda la Fraternidad que vive conscientemente en el Amor Universal del Padre, desde siempre ayuda a los hermanos de la Tierra que se esfuerzan en un largo y difícil camino. Pero en este tiempo el planeta se acerca al cumplimiento de grandes acontecimientos, previstos desde siempre por el Padre Dios, de lo que estamos informados desde hace mucho tiempo y lo dimos a escribir a los Profetas que bajaron a la Tierra a cumplir su misión de guía. Siempre nos hemos mostrado a los terrestres y hemos contactado con ellos para enterarlos de nuestra presencia. Desde que la segunda guerra mundial estalló en los continentes de aquel mundo hemos estudiado intervenciones cada vez más concretas. Desde el final del conflicto, que tanto dolor produjo, estamos contactando visiblemente un número cada vez mayor de hermanos. Esto será cada vez más, a pesar de que existen obstáculos y prejuicios que impiden que se difunda nuestra acción. Nuestras astronaves son muy visibles, nuestros discos realizan movimientos y emiten luces coloreadas que no son posibles a los medios aéreos, navales y terrestres del planeta. Los que nos ven detenidos en la atmósfera no pueden dudar de que somos nosotros. Los que nos ven zigzaguear en el cielo o perciben esferas de fuego que se mueven de un modo raro o notan otros hechos que no pueden explicarse con las Leyes de la Física, no pueden más que deducir nuestra presencia".
Rafael miró a Tina, a Paolo y a mí con el aire de quien sabe que es escuchado atentamente.
"Pero nosotros", prosiguió, "contactamos también con los hermanos de la Tierra por otras vías más provechosas, hablamos a su espíritu, a su corazón y a su mente, incluso a la imaginación, sin violentarles, sino para trasmitirles nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, para dar luz y conocimiento. Lo hacemos de modo suave y ellos son libres de abrir su ser a estas verdades o rechazarlas y elegir otras cosas. En esta época se están cumpliendo las palabras del Hermano Joel, que se dieron a los hermanos de la Tierra para el futuro que ahora es presente: "Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos tendrán sueños, y vuestros jóvenes visiones".
Ha llegado el tiempo para los hijos de la Tierra del cumplimiento pleno de las palabras del profeta: "Haré aparecer, dice el Señor, signos prodigiosos en el cielo y en la Tierra, sangre, fuego y columnas de humo".
Rafael exortó a toda la Fraternidad del Amor Universal a colaborar en el nombre del Padre Dios para la salvación de los hombres de la Tierra. Todos estaban pendientes de sus labios.
"Estamos muy tristes", dijo pausadamente, "por las cosas que sucederán pronto en la Tierra". Después se recogió como en oración y añadió: "Pero nosotros confiamos en la infinita misericordia y bondad de Dios, del Cristo Señor que en aquel planeta murió por Amor de los hermanos y de la Señora su Madre que tanto poder tiene sobre el corazón de El y del Padre Celeste". Antes de que acabase de pronunciar estas palabras la luz empezó a disminuir. Entreví a Rafael sentarse levemente. Se nos mostró una terrible escena, que preferimos no referir. Una voz masculina decía: "El sol se cambiará en tinieblas y la luna en sangre, antes de que venga el día del Señor Grande y terrible"
Después una voz de mujer pronunció estas palabras de esperanza: "Quien invoque al nombre del Señor será salvado; porque en el Monte Sión y en Jerusalén estará el resto de los salvados, como ha dicho el Señor, y tendrán refugio los llamados de Dios”.
Vimos innumerables hombres, mujeres y niños, que eran levantados de la Tierra, elevados a las astronaves, amontonados en el cielo de una Tierra trastornada. Era como si los que eran puestos a salvo tuviesen una señal para reconocerles, puesto que relucían con la misma blancura de las astronaves.
Volvió a encenderse la luz, y Rafael se levantó de nuevo. "Las Escrituras dijo, Teman a Dios Señor de los Ejercitos. Cuando nació Jesus Hijo de Dios vivo, en la gruta de Belén, signo de humildad infinita, aquel Gran Hermano, el Ejército del Señor canto su Gloria por la paz de los hombres de la Tierra. Ahora nos estamos acercando a la batalla final contra el mal, contra el dolor que aflige durante demasiado tiempo a los hijos y a el Padre. Pronto tocaremos la trompeta de la Victoria del Amor Universal, de la Justicia y del Bien, la Tierra surgirá un sol nunca visto antes, ni siquiera en el tiempo del primer Edén. El resto, está profetizado, celebrará una gran fiesta con Aquél qué reina por derecho, siendo Bueno, Justo y Verdadero, como está escrito.
Rafael se sento y después de una breve pausa continuo: "Levantaremos de la Tierra a los hermanos que desde siempre buscan bondad y justicia, despues a los arrepentidos y por fin a quienes inclinen las rodillas ante el Padre Dios en el último momento. Para todos habrá salvación, excepto para quien quiera exaltar hasta la perdición su dureza de corazón. ¡Quien tenga oidos entienda!".
Se interrumpió. Después su voz se hizo más suave. “Nosotros", dijo "invitamos a todos los hermanos de la Tierra abrir el corazón a la bondad y a la oración dirigida al Padre Creador y a nosotros sus intermediarios. Cada anhelo suyo tendrá siempre respuesta, como ha sucedido siempre. Nosotros estamos en disposición de escuchar vuestro pensamiento y vuestro corazón menesteroso. E infinitamente más lo está el Padre Dios. Orad y suplicad, buenos y sencillos de la Tierra, para que pueda ser sometido el orgullo homicida y fraticida presente en vuestro mundo. Ni siquiera una sílaba de vuestra oración se perdera, ni un suspiro de vuestra alma en favor de la causa justa. Orad y suplicad y sed cada día humildes y buenos. Que no se desanime vuestro corazón por los límites humanos. En todo momento hay perdón y misericordia. Si sois humildes y os arrepentís, todos vuestros pecados serán motivo de Amor y de ternura. El Padre nos ha puesto a vuestro lado y os a mandado a Aquel que tiene conocimiento, bondad y Amor más allá de toda posibilidad de imaginación. Se os ha dado un Maestro cuya sabiduría y misericordia no conoce limites. Con El está su Madre, la Señora del Espacio, Aquella que en Fátima, perdida localidad terrestre, dió a unos simples niños el anuncio del inminente momento apocalíptico que amenaza a la Tierra por la locura del hombre. Ella suplica y se ocupa en todo momento de sus hijos de la Tierra, pero el peso que lleva es cada vez más intolerable, y su carga cada vez más insostenible. Existen Leyes Universales de justicia que el Padre ha dado como garantía del Amor entre sus hijos, entre estos y El. Nosotros decimos con tristeza a los hermanos de aquel planeta que desde hace tiempo estamos ya fuera de todo límite permitido. Que haya una competencia de bondad, de oración y de humildad. Que vuelva la sencillez de otro tiempo, que no es contraria al progreso conseguido, si se vive bien. El vendrá pronto y nosotros estaremos con El. El Reino del Amor volverá a la Tierra y será un gran día para quien lo haya esperado y un dia grande y terrible para sus enemigos, los enemigos del Amor del Señor Dios".
Se nos dieron dos mensajes, uno de ellos sellado. Mientras se me entregaba el segundo, Rafael me dijo: "Pronto vendrá su Reino a la Tierra, un Reino del Espíritu, que no podrá ser confiado a ningun poder humano. Esto también fue decretado y esta escrito".
Después se nos anunció que la astronave estaba detenida en el Espacio; pronto entraríamos nuevamente al disco para bajar a un mundo desconocido para nosotros.

DESCANSO EN EL ESPACIO.

Capítulo 13.
DESCANSO EN EL ESPACIO.
El disco se detuvo en el inmenso espacio. Millones y Millones de astros aparecían por doquier mayores de lo que nos parecen las estrellas desde la Tierra: resplandecían palpitando como si emanasen con cada palpitación una llamarada de varios colores.
La emoción era tan fuerte que, por momentos, una sensación de temor me asaltaba: me sentía pequeño, pequeño frente aquel espectaculo sin fin. Pensé en la infinita grandeza del Padre, Creador de todas aquellas maravillas, y le rogué que me enseñase El mismo a amarlo en mis hermanos y en las cosas creadas por El.
Seguro de que me escucharía le dije que el mayor deseo que experimentaba era poder tener suficiente conocimiento del Amor Universal, de sus Leyes para poder atravesar todos los espacios del Cosmos y superar la Barrera Celeste, y poderme asomar para contemplar su Belleza Increada. Tuve un momento de duda: temí que mi oración me hubiese hecho pecar de presunción frente a un Ser tan Inmenso. Rafael me miró con benevolencia y me sonrió.
"No", dijo, "no es presunción desear sinceramente alcanzar la Casa Celeste del Padre Dios. El mayor deseo del Padre mismo es que todos sus hijos en camino por el Cosmos retornen a El".
El espacio cósmico que aparecía a mi vista no era sólo una fiesta inmensa de luces palpitantes, sino que también estaba invadido de fosforescencias en movimiento, cuerpos que seguían trayectorias como guiados por una fuerza invisible, energías coloreadas que emergían del fondo oscuro del espacio. Rafael indicó la enorme astronave en forma de cigarro que flotaba en el espacio delante de nosotros, a no sé qué distancia; estaba inmersa en una blanca fluorescencia atravesada por dos coloraciones, azul y anaranjado intenso.
Las escotillas emitían una luz que aumentaba el halo del cigarro. La forma de la astronave era menos panzuda que la que había bajado a la Tierra en Spotorno: era un espectaculo encantador.
Rafael nos anunció que entraríamos con el disco en la astronave. Poco después, salimos a una estación interna donde se había posado el disco. Noté que había como railes. A través de la puerta fuimos introducidos en un saloncito. Había allí butacas y una mesa, aparentemente hechas del mismo material, que relucía con una transparencia opaca. Al ir a sentarme, tuve la impresión de que se trataba de un material resistente, pero me di cuenta de que era de una agradable blandura.
La luz que se difundía en esta astronave producía sensaciones y especiales efectos en nuestro ánimo, que no sabría explicar.
Nos sentíamos más vivos que nunca, y todas nuestras facultades gozaban de una paz indecible y al mismo tiempo estaban como suavemente potenciadas. Estábamos en un estado de felicidad que había como transformado y puesto en acción todas nuestras potencialidades. Estábamos llenos de atención y penetración para cuanto nos decían y mostraban.
Nuestro corazón ardía con un Amor que no es dado experimentar en la Tierra.
Entró Ilmuth con un hombre cuyo rostro sucitaba admiración por su belleza y simpatia. Nos sentamos en semicírculo en el divan y en las butacas.
Aquel hombre nos miró amablemente, y nos dijo: "Ahora esta llegando el término de nuestra misión querida de lo Alto para vosotros. Pero en esta ocasión podrais tener experiencias y adquirir conocimientos que completen vuestra preparación. Hemos de hablaros de muchas más cosas de las que ha sido posible, dado el breve tiempo concedido y otros problemas que hemos tenido que afrontar por vosotros. Esto no os tiene que preocupar, porque os ayudaremos siempre y os daremos la luz y la ayuda que os sean indispensables.
Entró también Orthon y con él vino Zuhl; se sentaron en silencio, mientras el hombre continuaba su mensaje.
"En la Tierra", dijo con especto serio, "amenazan muchos problemas, graves y urgentes. El atraso de muchos pueblos causa el hambre y la muerte por desnutrición y enfermedades, a consecuencia de la miseria. Esto es un pecado muy grave que pesa sobre los pueblos que gozan de florecimiento económico. Existen en la Tierra tantos y tales recursos, que todos podrían estar bien. Sin embargo, el egoísmo y la sed de enriquesimiento y de poder consiguen que los hermanos más necesitados mueran y sufran horriblemente".
Tina lo interrumpió y preguntó: "¿Por qué no intervenís vosotros para quitar el hambre a aquellos pueblos?". "¿Por qué no hacéis que los que tienen posibilidad y lo quieren hacer pueden dedicarse a aliviar todo este mal?".
El hombre arrugó la amplia frente y suspiró.
"Nosotros no podemos", aseveró, "y esto nos causa un gran sufrimiento. Si nosotros interfiriésemos tan concretamente en las cosas de vuestro planeta, crearíamos problemas aún más serios y graves. Ya os decimos que sólo conocéis una parte del problema; en realidad, en tal caso tendriamos también que intervenir por la fuerza para imponer una justa distribución de los bienes; y también tendríamos que intervenir en vuestros conflictos bélicos. Todo cambiaría: nos veríamos complicados en la espiral de odio y de violencia que reina en la Tierra y seríamos violentos también. Por el contrario, las Leyes Universales son capaces de extirpar definitivamente y de una vez por todas el mal que hay en los hombres a través de caminos de paciencia. Los que sufren injustamente serán recompensados infinitamente más de lo que puedan pensar".
"Por esto El que vino a la Tierra y murió por sus Hermanos dijo: "¡Felices vosotros, pobres, porque es vuestro el Reino de Dios!. ¡Felices los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados!. ¡Felices los que ahora lloráis, porque reiréis!” y dijo más: "Este día alegraos y exultad, porque vuestra recompensa será grande en el cielo".
"Hay muchas y variadas razones para no entrometernos en vuestras cosas, obramos en lo profundo de los corazones que sufren, somos los Angeles consoladores de quien padece: "El Padre nos ha dado este mandato para la Tierra, planeta que vigilamos, amamos y conducimos, a pesar de toda apariencia, hacia la salvación, para que todos sean conducidos a Aquel que les llevará a la merecida morada celeste. ¿Acaso no vino a deciros antes de ser muerto: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo"? El antes de marcharse os dijo también: "Y cuando me vaya, y os haya preparado un lugar, vendré de nuevo a vosotros y os llevaré conmigo, a fin de que estéis también vosotros donde yo estoy".
"El, cuya sabiduría supera en mucho a la nuestra, y cuyo Amor comprende plenamente aquello de lo que todos nosotros somos capaces, todo lo prevé y todo lo conoce. El nos enseña que la paciencia es uno de los grandes caminos de la Vida Eterna. A la consistencia del mal acogido por muchos de sus hermanos rebeldes se opondrá la paciencia y el dolor de los buenos. Esto vencerá al error. Oponer fuerza a fuerza, violencia a violencia, mal al mal, no extirparía este último, sino que crearía condiciones favorables al aumento del mal mismo, como sucede desde hace milenios en la Tierra. Nuestro conocimiento nos permite no cometer errores semejantes. Por esto dice la Escritura: "¡Aquí se comprende la paciencia de los Santos!”.
Quedó en silencio, y parecía penetrado por los sufrimientos de la Tierra. Su rostro se abrió en una sonrisa que pareció una esperanza y prosiguió:
"Os hemos dicho que éste es precisamente el fin del mal sobre la Tierra. Ya la séptima trompeta está dispuesta a anunciar el rescate.
El séptimo sello ha sido abierto por Aquel que no miente. El cáliz de la ira divina está colmado para los que desde siempre gozan con los sufrimientos de los demas".
Estas últimas palabras las pronunció con tono severo y eso me extrañó. Paolo, que siempre hablaba tan poco, le miró y preguntó: "¿Cómo es posible compaginar la realidad del Amor del Padre y de la Fraternidad Universal, con la ira divina de la que nos has hablado ahora?".
El hombre suspiró. "Cuando un Padre tiene hijos buenos e hijos rebeldes", dijo en voz baja", El llama a los malos al arrepentimiento. Cuando ellos se obstinan en no escuchar la voz paterna y se empeñan en poner en peligro a sí mismos y a los propios hermanos, la advertencia del Padre se hará más severa. Pero la severidad de este Padre no será maldad. El es un buen Padre y lo único que quiere es que el hijo vuelva a entrar en razón y su bien. Si éste después hace locuras e intenta matarse, entonces el Padre se verá obligado hacer todo lo que esté en su poder para impedir tanto mal. Y si la maldad de los rebeldes se revuelve en escarnio contra El y quiere a toda costa el sufrimiento de los hermanos para imponer locamente la propia voluntad, el propio egoísmo y deseo de opresión, entonces el corazón ofendido y traicionado del Padre se encenderá en ira y un severo castigo será el último medio posible para evitar la perdición total de los rebeldes que arrastrarían con su poder a los buenos que no quieren emplear violencia. Recuerden los hombres de la Tierra que la ira divina que citan ampliamente las Escrituras, no es una ñoñez o una vana figuración poética sino el mayor signo de Amor del Padre Dios por sus hijos rebeldes. Nosotros adoramos al Padre en su bondad, en su misericordia y en su justicia infinitas. También lo adoramos en su Sacrosanta Ira divina hacia los hijos de la Tierra que están preparando la autodestrucción de sus conciencias e incluso la del planeta, materialmente".
Se pasó una mano por la frente; entonces, levantó un cáliz para tomar unos sorbos de bebida.
Rafael tomó entonces la palabra y habló así, con su tono solemne y natural: "Sí, los hombres de la Tierra se preparan a la destrucción del planeta. Han amontonado una gran cantidad de armas mortíferas y justifican su conducta diciendo que si no lo hiciesen ellos, lo harían los otros. Como si nosotros nos armásemos hasta los dientes para matar a los terrestres diciendo al Padre Dios que si no lo hiciéramos nosotros lo haríais vosotros. Esta es una loca filosofía que justifica desde siempre en la Tierra el mal en todas sus formas. ¡Esto no excusará a los hombres del delito de haber preparado la destrucción de una de las más bellas moradas de la Creación, de la Casa del Padre Universal".
Rafael estaba serio, preocupado, y mostraba su sufrimiento que evidenciaba bien el Amor de aquel ser por nuestra Tierra y sus habitantes. Después de una breve pausa continuó: "¡Os repetimos que está escrito que Dios amará a su creación! Todos podrán ver cuanta razón tenía la Escritura, porque Ias palabras que nos revela el Padre y que os trasmitimos desde siempre, lo que os dijeron los grandes Maestros y sobre todo el Cristo Señor del Espacio, son veraces, y se cumplirán todas, como ha sucedido hasta este momento".
Alzó el dedo, mientras notaba la atención que todos los Hermanos presentes prestaban a sus palabras.
“El nos preanunció que habría rumores de guerra y hechos graves. Os dijo que aquel no sería aún el fin, pero que éste se vería precedido en poco tiempo por tales sucesos.
¿No os parece que la Tierra se esta encendiendo como un campo con muchos fuegos que preludian un gran incendio? ¿La posibilidad real de destrucción del planeta no os hace comprender que está cercano el cumplimento de las Escrituras? ¡Jesús os dijo que si sabeis reconocer los Signos del Tiempo y no discernís los Signos de los Tiempos, sois hipócritas!. ¿No os parece que no es posible negar estas verdades conocidas?".
Intervino Firkon y nos invitó a meditar sobre lo que Juan nos dejó escrito a propósito de las palabras del Señor Jesucristo.
"Podeis leer en el Evangelio de Juan", dijo, las palabras del Maestro: "Muchas cosas tendría aún que deciros, pero por ahora no estais capacitados para ello. Mas cuando venga El, el Espíritu de Verdad, os ira guiando en Ia Verdad toda, porque no os hablará por sí mismo, sino dirá lo que escucha y os hará conocer el porvenir".
Hoy se dan a conocer muchas cosas a los hombres de la Tierra, siempre que quieran escucharlas. Esto les hará capaces de afrontar las grandes pruebas que amenazan al planeta y a no temer la violencia del mal que se desencadenará en los próximos tiempos. Cuanto más se abata la fuerza del mal sobre los hijos del Padre, más respondera El a los suyos con ayudas y luz y fuerza para vencer según las Leyes del Amor".
Kalna nos invitó a leventarnos. Las palabras severas y proféticas que habíamos escuchado no nos habían impedido participar en la atmósfera festiva de la astronave. Sabíamos que ésta no estaba detenida en el espacio, sino que estaba viajando a velocidades increíbles para nosotros los de la Tierra. Este conocimiento aumentaba la alegría de nuestro corazón. Con los Hermanos se estaba bien, el corazón estaba en paz y la mente se abría continuamente a nuevas conquistas de la verdad.
Después de las últimas palabras acerca de la promesa de ayuda que se dará a los hombres de la Tierra con motivo de los grandes hechos que afectarán al planeta, fuimos conducidos a otra sala, donde se habian reunido algunos Hermanos. Nos acomodaron en una salita un poco en alto, cuyo pavimento parecía de madera. Nos sentamos sobre unos cojines, y también se sentaron con nosotros Kalna y Firkon. Rafael y los demás nos saludaron. Volveríamos a vernos más tarde. Miré con curiosidad los colores del tejido de los cojines, y comentaba con Tina y Paolo sobre el tejido con que estaban forrados y que no tenía costura, ni hilo.
Kalna dijo: "Pronto los hombres de la Tierra vivirán momentos muy tristes, fruto de su mala conducta desde milenios. Sin embargo, Dios ha preparado su plan de salvación en virtud del Amor que lo liga siempre a sus hijos. Las Escrituras han dado todo lo que es útil saber para aquellos días, no os cojan desprevenidos y vuestro corazón no se angustie, sino que esté en la luz y en la consolación. Lo que Jesús no pudo aclarar a sus contemporáneos porque no estaban preparados y eran aún incapaces de aprenderlo, dada la inmadurez de los tiempos, se os dará a conocer en estos años venideros y lo podréis comprender plenamente. El conocimiento os será indispensable para hacer frente a esos sucesos".
En aquel momento entraron Rafael, Orthon y otros cuatro hombres y tres mujeres. Se sentaron junto a nosotros, después de habernos saludado. Rafael nos invitó a prestar atención porque se nos mostarían algunas escenas. La voz de Kalna prosiguió: "Ahora veréis algunas escenas", dijo, "referentes al suceso que llamáis muerte y que nosotros llamamos paso".
De la habitual nube coloreada, se formaron unas figuras como ya habíamos visto la vez anterior. Apareció la imagen de un hombre enfermo en la cama de una habitación. Respiraba muy fatigosamente, y algunas personas, seguramente los familiares, estaban junto a él en su cabecera".
"Es una escena terrestre", dijo Kalna, "la que os mostramos. Está sucediendo realmente en este momento en vuestro planeta. Tenemos la posibilidad de mostraros escenas del pasado, del presente y tal vez del futuro. Observad ahora lo que va a suceder".
Miré con curiosidad, y al rato me pareció como si el hombre se estuviese desdoblando. Una imagen completamente semejante a la suya, pero muy ligera, se alzó horizontalmente de la cama, dio la vuelta por el aire de la habitación y se puso suávemente en pie sobre el pavimento. Al mismo tiempo la otra figura, la que yacía en la cama, se quedó quieta, dejó de respirar fatigosamente, y los familiares le cerraron los ojos y empezaron a llorar y a lamentarse en alta voz.
El cuerpo del hombre en la cama, inmóvil y sin vida tenía ahora los ojos cerrados, mientras su doble miraba, con una expresión de sorpresa, ya a su cuerpo en la cama, ya a los familiares llorando. El intentaba consolar a los suyos, hacerles comprender que no estaba verdadera y definitivamente "muerto", pero ellos no lo notaban y proseguían sus lamentaciones en torno al cuerpo de la cama.
"Este hombre, este hermano de la Tierra, ha terminado su existencia terrena", comentó Kalna "Ahora él vive con un nuevo cuerpo en un nuevo ritmo vibratorio vital. Está extrañado de ver su cuerpo material muerto en la cama, y ha tardado algunos minutos en comprender la verdad de las cosas. Querría comunicar con los parientes que lloran su muerte física, pero no ha comprendido todavía que vive en una dimensión distinta de la material. Este hermano está viviendo ahora dos realidades en sí mismo: la maravillosa sorpresa de haber descubierto que se vive también después de la muerte y ya sin el sufrimiento físico que le había afligido hasta el tránsito, y la tristeza de no poder comunicar con los que aún están en la vida material. Ahora ha comprendido que puede verlos y sentirlos, mientras que ellos no pueden darse cuenta de su realidad”.
Kalna se interrumpió y nos dio la oportunidad de seguir la escena que mostraba sus inútiles esfuerzos para decir a aquellas personas que todavía estaba vivo y que la muerte física no quita la vida.
"Ahora veréis otra fase", anunció Kalna; "éste es el primer contacto con Hermanos de otras dimensiones que han sido traídos de otros mundos para acoger al hermano que ha pasado de la dimensión material a otra forma de vida. Ya os lo decimos: en toda la creación a nadie se deja abandonado".
Vimos llegar a aquel lugar, como a través de las paredes, algunos hombres y mujeres, cuya edad parecía comprendida entre los quince y los cuarenta años, al menos en apariencia. El más joven, un muchacho que parecía precisamente el de menos edad, se acercó al hombre que acababa de morir, el cual aparentaba ahora unos cuarenta años, mientras su cuerpo era mucho más viejo, y lo abrazó. Lo llamaba "papá", y el hombre hechó los brazos al cuello del muchacho diciéndole: "¡Hijo mio qué alegría volver a verte!. ¡Cuánto te he echado de menos!. ¿De dónde vienes?" El muchacho le dijo que estaba muy bien y que lo esperaba desde hacía tiempo. Hubo abrazos y palabras de emoción entre el hombre y todos los que habían venido a recibirle.
El hombre miró su cuerpo, todavía y quería hablar a los parientes que lo rodeaban llorando, pero los demás le explicaron que no era posible, añadiendo que le enseñarían enseguida cómo comunicar con el pensamiento y el Amor con sus familiares dejados en la Tierra.
Estaba sorprendido, y oia también la voz de Tina que repetía: "Es increíble, pero es algo maravilloso".
Paolo dijo algunas palabras que expresaban emoción por aquella verdad. "Y pensar", añadió, "que los hombres de la Tierra esperan la muerte con terror y lloran durante años a las personas queridas muertas”.
Mientras la escena estaba en aquel estadio todavía pregunté a Kalna por qué una verdad así no se daba a conocer de algún modo a los hombres de la Tierra.
"Hay razones", respondió, "por las que los hombres de la Tierra no pueden ser informados de estas realidades. Ellos, a través del dolor y de la ignorancia causados por su conciencia oscurecida y deteriorada, recuperan valores y adquieren la conciencia necesaria para insertarse después energéticamente en aquellas realidades vitales".
Mientras tanto, los Hermanos que habían venido a acoger al terrestre fallecido, habían salido de allí con él, y se acercaban hacia un lugar que no correspondía ya a la realidad de la casa y del ambiente donde había sucedido la muerte.
"Estais viendo ya la realidad astral”, explicó otra vez Kalna. "Es decir, ahora véis la realidad energético vital relativa a aquel lugar en un ritmo vibratorio más sutil".
Hicieron poco recorrido y me pareció que no caminaban, sino que avanzaban un poco elevados sobre la tierra. Primero el hombre caminó, pero después, observando a los demás, consiguió avanzar él también sin mover las piernas, un poco elevado del suelo.
El grupo llegó a un pequeño disco detector que tenía la portezuela abierta.
"Ahora entraremos en él", dijo el muchacho al hombre "e iremos donde vivimos nosotros".
Entraron, y el disco se elevó de la Tierra velozmente hasta desaparecer en el espacio.
La escena había terminado, y la luz volvió a aquella sala, que parecía hecha de una madera blanda de tenues colores que estaban entre el nogal y el haya. Firkon volvió a tomar la palabra:
"Os traemos a los familiares, los amigos y los conocidos que os esperan en mundos más evolucionados. Si estos ya habitan los planetas fuera de la Barrera Celeste, son capaces de venir del espacio por su propia voluntad. Si se encuentran en pIanetas no muy evolucionados todavía, tienen necesidad de nuestra ayuda y nuestros medios espaciales para surcar el espacio. Tras la muerte física se es llevado a otros mundos. El levantamiento de la Tierra sin cuerpo material tiene lugar sobre medios como el disco o la astronave, o por efecto de fuerza cósmica o mística, según el grado de evolución de la conciencia del fallecido. En este segundo caso se puede ser transportado en el espacio hasta el destino por una Ley de Afinidad; para que ello suceda, se crea en torno al nuevo cuerpo astral y espiritual una envoltura energética vital que conduce al hermano hacia su destino. Este medio de trasporte puede ser usado fácilmente por nosotros también, cuando lo deseemos. Algunas apariciones se realizan, de hecho, precisamente porque el visitador de otros mundos se conduce hasta la persona de la Tierra con la que va a contactar de este modo. Sin embargo, normalmente cuando se traslada un número de personas mayor de dos, entonces es indispensable el medio espacial: ésto ofrece mayores garantías y posibilidades de inserción en las Leyes Cósmicas de la Energía Vital".
"A veces", explicó Rafael, “podemos sacar a un terrestre del planeta sin que el disco se haya posado y sin necesidad de que la persona que hemos elevado entre a través de la portezuela. Se manda al hermano desde el disco una envoltura energética que lo atrae hasta el interior del medio espacial, obrando sobre él una aceleración de su ritmo vibratorio vital. Esa energía que nosotros mandamos sobre él, lo envuelve, lo penetra y lo libera de las Leyes Físicas y de la gIavedad del planeta.
Rafael se interrumpió. Una música dulcísima y melodiosa se difundió en la estancia de la astronave. Tina conversaba con Kalna, y Paolo con Orthon. Firkon me dijo que haríamos un pequeño intervalo. Me informó que la astronave no estaba lejos del lugar adonde nos dirigíamos. Le hice varias preguntas, incluso sobre temas de mi vida privada de hombre de la Tierra.
Respondió a todas mis preguntas con tal afabilidad que en cierto momento me sentí conmovido y le dije:
"¿Pero por qué nos amais tanto?". Firkon alzó las manos hacia el cielo y respondió: "¡Dios nos ama y nosotros os amamos!". Quedamos conversando todavía, hasta que Rafael requirió nuestra atención.
"La Escritura", dijo, "os anuncia que cuando lleguen momentos muy graves para la Tierra, todos los terrestres verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. "El", dice textualmente la Biblia, "mandará a sus ángeles con una gran trompeta y reunirán a todos sus elegidos de los cuatro vientos, de un extremo a otro de los cielos. También os dice: "Será como en los días de Noé. En efecto, igual que en los días que precedieron al diluvio, comían y bebían, tomaban mujer y marido, hasta que Noé entró en el arca, y no se dieron cuenta de nada hasta que vino el diluvio, y se los tragó a todos, así será también a la venida del Hijo del hombre". Os hemos recordado ya, continuó Rafael, las palabras del Evangelio: "Entonces dos hombres estarán en el campo; uno será tomado y el otro dejado. Dos mujeres molerán en la muela; una será tomada y la otra dejada". Ahora vosotros sabéis lo que significa ser tomados o llevados o levantados de la tierra. Habéis visto y hemos explicado de qué modo puede suceder esto".
Recordé la escena que habíamos visto y lo que Kalna nos había explicado y después había acabado de aclarar Rafael.
"Imaginad" continuó Rafael, “que las consecuencias inmediatas de una guerra nuclear, como la que os mostramos en un contacto cósmico, se cumplen en el planeta. He aquí que nosotros levantaremos de la Tierra a los hermanos inmediatamente, pero no podremos hacer otro tanto con los enemigos del Amor, ni aunque quisiéramos. En efecto, las energías de sus cuerpos sutiles desordenados y contaminadas por efecto de su mala conciencia, no nos permitirían levantarlos del suelo; y aunque pudiésemos lograrlo, sería para ellos un mal mayor que ser dejados en la Tierra. Por eso es por lo que Jesús os habló de fuego de la Gehenna, y de un infierno que experimentarán los fabricadores del mal y de la muerte y de todo pensamiento y acción mala, si no se purifican por el arrepentimiento, sentido y sincero, que tiene la función de purificar y reequilibrar, creando las premisas energético-vitales para una transformación ordenada del campo vital. Estos hermanos nos verían mostruosos, porque está deformada su conciencia y serían dañados después por las energías de nuestros discos y de nuestras astronaves, porque su realidad vital está desordenada y no se integraría con el orden armonioso e inalterable que reina entre nosotros. Este tormento de quien no está en orden con las Leyes Universales del Padre es todavía un medio de salvación, de reclamo más allá de toda obstinación, para que todos los hijos del Padre puedan comprender que la verdadera libertad está en el bien y en el Amor al Creador y a los Hermanos".
"En todo caso, incluso si por bondad del Creador y nuestra intervención (pues de lo contrario las cosas escritas sucederían en el peor de los modos), se evitan momentos trágicos a la humanidad de los terrestres, el Señor vendrá, y nosotros con El vendremos a poner igualmente fin al mal en la Tierra y este levantamiento de la Tierra de los que han de ser salvados sucederá antes de que se cumpla el fin”.
Rafael calló, y comprendí que había acabado de hablar.
"Nos dijiste", intervine, que el cumplimiento del Tercer Secreto de Fátima corresponde al tiempo que introducirá el Reino de los Mil Años sobre la Tierra. ¿Será inevitable que sobrevenga una tercera guerra nuclear para poner fín al mal y para traer una nueva era que nunca pasará?".
Orthon suspiró. Juntó las manos y pareció buscar sus más profundos pensamientos.
"La Madre de Jesús", dijo, "después del Señor su Hijo es la más sabia y admirable de las criaturas. Su Amor por el Padre, por Jesús y por todos nosotros es inmenso. Ella tiene más conocimiento que cualquier otro hijo del Padre. Nosotros la consideramos la Gran Hermana, pero más aún una Madre, la Madre Universal".
Esta sublime Señora del espacio me había quedado impresa indeleblemente en el ánimo y había hecho arder mi corazón con un Amor purísimo e infinito. Tina hablaba muchas veces de Ella, y siempre decía que la amaba inmensamente. La sentíamos siempre presente.
Rafael siguió donde Orthon se había interrumpido: "Ella ha aparecido sobre la Tierra más veces de lo que se pueda suponer. Algunas veces ha aparecido clamorosamente, como en Fátima, y el signo que Ella ha mostrado en el sol ha hecho comprender y ha confirmado que estáis en el tiempo predicho por Juan en el Apocalipsis. Las dos partes que se revelaron se han cumplido, y también la luminosidad en la atmósfera de la Tierra, que se mostró para anunciar el segundo conflicto mundial, que fue un momento apocalíptico de grandes proporciones, se realizó como Ella había predicho. Ya está cercano el tiempo de la verdad del Tercer Anuncio, que sólo ha sido divulgado oficiosamente. Estamos trabajando para evitar a los hombres de la Tierra una enorme tragedia. En la Tierra se encienden cada vez más hogueras de odio y de guerra fratricida. Después el incendio abrasará y la locura de los fabricadores del odio y de la muerte se pondrá de manifiesto en el sacrificio que se realizará. Nosotros imploramos al Padre para evitaros tanto mal; rogamos al Maestro y a la Madre Universal que quieran hacer lo imposible para evitar tanto dolor. Sabemos que sucederá así; pero pedimos y nos entregamos sin ahorrar esfuerzos para que pronto triunfe el Amor y sobre la Tierra surja el nuevo día profetizado. El peligro crece también a causa de la contaminación de las aguas, de la atmósfera y de cada elemento del planeta. Los terrestres han escogido caminos equivocados, han mirado el provecho material en menoscabo de su salud y de sus energías vitales. El error y el desorden espiritual han producido contaminación y desorden material. No estaba prohibido progresar; antes bien, estaba en la voluntad del Padre que ha dado generosamente muchos dones a sus hijos, pero sus hijos de la Tierra han dilapidado el patrimonio de su morada, de este planeta creado por su Amor. El ahora los castiga, pero precisamente son ellos mismos quienes se castigan al cometer los errores. Pronto se cumplirán las palabras del Apocalipsis: "Vi después un Angel que bajaba del Cielo con la llave del Abismo y una gran cadena en la mano. Agarró al dragón, la antigua serpiente (es decir el diablo, satanás), y lo encadenó por Mil Años; lo arrojó al Abismo, lo encerró allí y selló la puerta encima de él, para que no sedujese más a las naciones, hasta que se cumpliesen los Mil Años".
"También está escrito", dijo Kalna, "que ésta es la primera resurrección. En efecto, los que sean elevados de la Tierra, lo serán en su cuerpo material que sufrirá una desmaterialización y se volverá como el nuestro, capaz de volver a materializarse según la necesidad. Sigue diciendo la Escritura: "Felices y Santos los que tomen parte en la primera resurrección. Sobre ellos no tiene poder la segunda muerte, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con El durante mil Años". "Mirad", explicó Kalna, "quien sea levantado de la Tierra será de los nuestros, será como Elías, por ejemplo, que fue llevado hasta nuestras astronaves y pudo volver diez años después a traer un mensaje a los terrestres. Los que reinen con Cristo durante mil años podrán vivir en la Tierra y El estará en medio de ellos, y nosotros también estaremos allí. Y podrán subir al Espacio con El y con nosotros. La Tierra volverá a pertenecer a la fraternidad del Amor Universal y será nuevamente, como ya explicamos, Jardín del Edén. No tendremos que impediros ya el acceso al Edén, Espacio incontaminado, que ha permanecido fiel al Padre y a sus Leyes. Nosotros, los Querubines con la llama de la espada vibrante estaremos entre vosotros y vosotros estaréis con nosotros. También vosotros administraréis las cosas de Aquel que tiene poder en el Cielo y en la Tierra por voluntad del Padre y toda administración de sus bienes será de todos. En efecto, los resucitados serán sacerdotes de Dios y de Cristo, un sacerdocio que procederá de El directamente, según lo que fue anunciado en un descenso nuestro a la Tierra del gran Hermano Melquisedec. Entonces no conoceréis ninguna otra muerte. La palabra que se os dio según la verdad no podrá dejar de cumplirse".
Luego fuimos invitados a reposar en cómodas camitas, en pequeñas habitaciones invadidas por una luz difusa. Tina, Paolo y yo entramos cada uno en nuestro cuartito. No estabamos cansados, pero habíamos comprendido que este reposo nos daría buenas energías y nos abriría más el espíritu a las cosas que nos esperaban. Kalna y Rafael nos acompañaron. Los demás se despidieron de nosotros afablemente deseándonos un buen reposo. Mi corazón estaba lleno de reconocimiento por aquellos hermanos y una alegria profunda saturaba mi ser. Me sentía protegido y pensaba en las palabras recién escuchadas. Me invadió un dulce sueño, mientras mis dos hermanos de la Tierra reposaban también dulcemente.

A BORDO DE LA ASTRONAVE.




Capítulo 12.
A BORDO DE LA ASTRONAVE.
La tarde del 27 de Julio hubo un nuevo encuentro. Después de una ligera subida, la luz del disco nos señaló la presencia de los Hermanos del Espacio. Rafael nos vino al encuentro y nos condujo hasta el disco, que estaba apoyado en tierra entre los árboles. Por la portezuela abierta, una luz blanquísima me iluminaba el prado. Leyéndome el pensamiento, Rafael me aseguró que no "sufriría ninguna molestia, ni mareos. Visto de cerca, el medio espacial aparecía majestuoso, y una luz difusa se trasparentaba por todas partes. Tina estaba visiblemente conmovida. Rafael entró al medio espacial, y con la mano nos hizo señal de que le siguiésemos. Entró primero Tina, después yo, y después Paolo, que habia venido con nosotros.
El interior era de una especial sencillez. La habitación estaba iluminada por una luz que se difundia por todas partes, sin que apareciese una fuente visible de esa luz. Bajo la gran cúpula, cuatro paneles luminosos hacían la función de paredes. Experimenté una emoción extraordinaria: todos estabamos iluminados por aquella luz que no tiene semejante en nuestro planeta. Paz y sensación de liberación interior se mezclaban a la gratitud hacia aquellos seres maravillosos que nos daban semejante oportunidad. Estaba del todo conmovido.
Tina conversaba con Orthon, mientras Firkon explicaba algo a Paolo, que lo miraba maravillado. Dije a Rafael que me sentía incapaz de expresar mi alegría.
Rafael sonrió y miró a Paolo, que ahora callaba con la expresión de quien está viviendo una experiencia extraordinaria y no quiere estropearla con palabras.
Uno de los paneles estaba iluminado por líneas coloreadas y relampagueaba luces; un Hermano, que estaba sentado frente a él, se levantó y se acercó para darnos la bienvenida. Era alto, tenía los ojos de un color entre verde y celeste; y los cabellos castaños, con reflejos color cobre, que le bajaban casi hasta el cuello. Me impresionó su exquisita amabilidad. Se excusó y volvió a su puesto frente al panel de las luces.
La portezuela se volvió a cerrar, y el pavimento donde apoyábamos los pies tuvo una ligera sacudida y una vibración que se prolongó.
"Estamos subiendo", dijo Rafael; "dentro de poco estaremos a bordo de la astronave".
Había en aquella sala, bajo la gran cúpula, tres grupos de asientos. Refael nos invitó a sentarnos, y también él se sentó. Los demás Hermanos fueron a hablar en voz baja con el hombre que parecía pilotar.
"La astronave", nos informó Rafael, "se encuentra fuera de la atmósfera de la Tierra. No nos faltará mucho para alcanzarla".
Vinieron a sentarse también junto a nosotros Orthon, y Firkon. Este último mostraba su alegría por tenernos a bordo del disco, y reía bondadosamente del miedo a marearme que yo había tenido antes de subir. "Como ves", reía con simpatía, "estamos todos bien". Reí con él, y le confirmé que estaba muy bien, como no hubiera podido imaginar. Tina expresó su admiración por la sencillez y funcionalidad del ambiente del disco. Paolo había conseguido expresar su sorpresa de encontrarse en el espacio. Yo estaba meditando cómo los Hermanos nos hacían vivir experiencias muy grandes con tanta sencillez y bondad. Me decía que todo aquello era fruto de un gran conocimiento e inteligencia de las cosas. No sé cuanto tiempo pasó. El disco tuvo una ligerísima sacudida. "Hemos llegado", anunció Rafael. "Estamos entrando a la astronave. Nos levantamos y la portezuela se abrió. Al salir de allí, nos encontramos caminando por un corredor de techo no muy alto. Las paredes parecían hechas de un metal fundido con vidrio. Tenían una especie de trasparencia y luminosidad difícil de explicar, pero agradabilísima de ver. Una puerta se abrió frente a Rafael, al fondo del corredor, sin que se hubiese tocado ninguna manilla.
Entramos en una sala bastante grande: las paredes tenían el aspecto que he descrito del corredor, pero eran más difusas de luz y aumentaba aquella inexplicable sensación de que hubiese una gratísima trasparencia y profundidad. Todo el ambiente estaba invadido por coloraciones que daban a todos los objetos vivos reflejos, como si reflejasen infinitas fuentes luminosas que no era posible determinar de donde surgían, y esto daba tonos de suavidad, de color y delicadeza a todo lo que se ponía ante nuestros ojos.
Tina quiso tocar el tejido de una de las butacas esparcidas en grupos aquí y allá en aquel ambiente agradabilísimo.
Firkon le sonrió leyendo en su mente una pregunta. Aquel tejido semejante el oro pálido podía ser de lana, pero su consistencia y morbidez hacían pensar en una sustancia desconocida en la Tierra. "Tenemos muchas cosas que decir", dijo él. "No hay mucho tiempo". Me dí cuenta de que cuando habíamos subido a bordo de aquellos medios espaciales había perdido toda noción del tiempo. Rafael nos invitó a sentarnos. Nos acomodamos sobre un diván, que tenía delante cinco butacas en semicírculo. Rafael, Orthon y Firkon se sentaron sobre las butacas. Observé el techo que me pereció menos luminoso que las paredes. Cambios de color apenas señalados, daban la impresión de una fluida consistencia de su espesor. Era como si manos invisibles jugasen con papel para decorar, y el efecto de quien observaba era agradable y relajante. Entraron KaIna, Ilmuth y Zuhl, y nos estremecimos de alegría. Parecían más jóvenes en equella luz extraordinaria y por efecto de los colores de su vestimenta. Se sentaron, después de habernos hecho una alegre acogida.
"Hace tiempo esperábamos este momento”, dijo Rafael con mucho sentimiento. Su voz produjo una atmósfera aún más gozosa. Tina, Paolo y yo sonreíamos conmovidos. Los Hermanos también. Rafael me miró con dulzura, y yo no pude menos que elogiar la rara belleza de las flores que había colocadas en vasos transparentes, encima de la mesa que había a nuestra derecha. Tenían colores y formas muy suaves, elípticas, redondeadas o califormes. Nunca había visto en la Tierra otras semejantes. Emanaban un perfume delicadísimo, que hacía experimentar suaves sensaciones.
"El Amor Universal es la vida de toda la creación. Aquí está todo el misterio del mal, en la pérdida del Amor. Amar es estar en la luz. La ceguedad interior, la ignorancia, la maldad, son efectos de la falta de Amor. La esencia divina es Amor, y de ella procede toda la creación".
Con estas palabras Rafael empezó a decirnos cosas que catalizaron nuestra atención. "El mal", dijo, "es no estar en el Amor. Para quien está en el Amor no es difícil recorrer las infinitas vías del conocimiento que conducen al Creador, suma aspiración de todo ser creado. Para quien no esté en el Amor, y por tanto está en el mal, el verdadero conocimiento es difícil, e incluso imposible. Cuanto más se está en la luz del conocimiento, es más fácil estar en la comprensión del Amor. Cuanto más se está en el mal, y por tanto alejados del conocimiento, es más difícil e imposible estar en el Amor. Desgraciadamente en la Tierra hay poco Amor y poco conocimiento. Por eso los hombres, antes de poder volver al camino adecuado que conduce al Creador, fuente de todo lo que es bueno, tendrán mucho que experimentar, sufrir y comprender las ilusiones y los errores del mal".
Rafael intervino para decirnos una gran verdad. “Vosotros", dijo, "como estais en la oscuridad complicáis las cosas. La sencillez es uno de los grandes caminos de la luz. Por esto se os dijo que para conquistar el cielo es preciso que os volvais como niños. Lo que es grande y profundo, es siempre sumamente sencillo".
Orthon tomó a su vez la palabra. "Se os mostrarán", dijo, "muchas cosas. Lo haremos con sencillez y con método, para poderos suministrar algunos elementos aptos para haceros comprender las cosas más elevadas. Luego visitaréis la astronave y lo celebraremos todos".
Firkon nos invitó a que dispusiéramos nuestra mente a la apertura, y a que nuestro corazón participase en ello.
“Mirad hacia aquella parte", dijo Kalna indicando la pared de la izquierda, en el lado opuesto a donde estaba la mesa con las flores. "Observad lo que vamos a mostraros".
Nos volvimos y todos miramos hacia el punto indicado. La luz del ambiente disminuyó, creando una atmósfera más íntima. Tina y Paolo no pestañaban. Una especie de humo se produjo en un punto de la estancia. Se condensaron como unos vapores formando una nube pardusca.
La nube continuó su transformación: se fueron delineando tres figuras. Mirábamos extrañados aquella increíble metamorfosis. Que parecia surgir de la nada. Poco a poco vimos concretarse la silueta de un hombre, de una mujer y de un niño. Eran reales a nuestros ojos, y al mismo tiempo, aparecían como en una escena de película o de teatro. El vapor formó aún las siluetas de algunos árboles y por abajo se dibujó todo lo que puede representar un prado con hierba, flores y pequeñas plantas. El hombre se sentó sobre una piedra; la mujer que estaba de pie llevaba una camiseta y pantalones. El niño trazaba señales sobre la hierba con un palito. Era una escena campestre, quizá una excursión familiar. Aquellas figuras que veíamos en blanco y negro, como es posible ver en una pantalla de televisión sin color, pero con figuras reales, estaban coloreándose ahora. Aquella sustancia pardusca y vaporosa emitía color, y pronto la luminosidad de cada parte de la escena aumentó mucho.
Al mismo tiempo, disminuyó aún más la luz del ambiente en que estabamos. Comencé a interesarme por lo que veía. El hombre se levantó, y conversó con la mujer que debía ser su esposa. El niño canturreaba jugueteando, sin preocuperse de sus padres que estaban cerca de él. Oímos la voz melodiosa de Ilmuth; que nos advirtió: "Ahora", dijo,"podréis ver, en esta escena familiar seleccionada, lo que nos urge que podáis comprender. Prestad atención". El color de las figuras humanas, de los vegetales y de las cosas, primero se intensificó, después empezó a atenuase. Los vestidos que llevaban los tres se confundieron con aquellas tenues coloraciones y aparecieron tres cuerpos humanos bien formados. Precisamente el cuerpo de un hombre, de una mujer y de un niño. El color rosa tenue de los tres cuerpos presentó una coloración azul claro que emergía por debajo de todos los puntos del cuerpo rosa y puso de relieve un cuerpo ligeramente más luminoso, visible en una perspectiva tal como para que se viese claramente que los dos cuerpos coincidían, pero separados uno de otro en su realidad. El proceso se repitió y se mostraron otros cuerpos, coincidiendo todos, pero separados por colores y luminosidad distintos. Podía observar que cuanto más profundo aparecía un cuerpo, desde aquella perspectiva, más luminoso era, pero no impedía ver los cuerpos más superficiales, más oscuros. Conté siete cuerpos. El último aparecía blanquísimo, y palpitaba como si emitiese rítmicamente latidos de luz. A cada latido emanaba una claridad que atravesaba todos los otros cuerpos, hasta el último de color rosa tenue.
"Observad", dijo Ilmuth, "observad también las plantas y las rocas". También para ellas como para las personas, había sucedido lo mismo. Era una escena nunca vista. Todo mostraba una profundidad vital, una riqueza de coloraciones, ritmos de los flujos de aquella luz y una simetría tal de las formas que me asombraban. Nunca hubiera podido suponer semejante cosa.
"Podéis visualizar aquí", explicó Ilmuth, "las diversas dimensiones de la energía vital en el hombre, en la vegetación y en las formas del reino mineral. También podemos subdividir estas siete dimensiones en tres modos de ser parecidos".
Miré y vi que los primeros tres cuerpos superficiales eran semejantes en su aparencia, sobre todo respecto a la sensación de consistencia que daban y al grado de tenue luminosidad. Los tres siguientes eran más luminosos y parecían más sutiles y más consistentes en el mayor grado de profundidad. El último, que palpitaba blanquísimo, aparecía ahora con una luz excepcional e irradiaba claramente rítmicos flujos de intensa luz a todos los demás cuerpos, atravesando toda su extensión y profundidad. Me dí cuenta de que no era posible, en la Tierra, conseguir penetrar en toda esta realidad vital y que aquella increíble escena había producido posibilidades en mis sentidos, que no eran posibles en un estado de conciencia normal, como se acostumbra vivir en Ia Tierra.
"El cuerpo más externo", dijo Ilmuth, "es el material. Los demás son de energía ya no material, sino cósmica o astral, como la llaman vuestros estudiosos en la Tierra. Con cada uno de estos cuerpos el hombre puede vivir en varios mundos y dimensiones, en planetas más evolucionados. El cuerpo más externo muere y el cuerpo subyacente está dispuesto a realizarse plenamente en el nuevo ambiente energético. Es lo que sucede en la muerte, pero en realidad es sólo un nacimiento con el nuevo cuerpo de una dimensión superior en un mundo superior de igual grado evolutivo al del cuerpo realizado. Puesto que hay muchísimas dimensiones, también los cuerpos potenciales en el hombre no son siete solamente, sino muchísimos. Os hemos mostrado siete solamente para facilitar vuestra comprensión".
Estaba completamente concentrado en aquella maravillosa realidad. Oí la voz de Tina que exclamaba: "¡La belleza del último cuerpo luminoso es extasiante!".
"Es lo que queríamos sobre todo que comprendiérais", intervino Kalna, y su voz expresaba satisfacción. "El cuerpo blanquísimo que emite oleadas de energía vital a los cuerpos astrales y hasta al material es la visualización de lo que llamáis "espíritu". En la Escritura podéis encontrar que el ser humano se divide en cuerpo, alma y espíritu, entendiendo por cuerpo el material, por alma los cuerpos astrales y por espíritu la parte esencial del hombre que es inmortal y no morirá jamás porque es sede de la Vida y de la Conciencia".
"El espíritu", prosiguió Ilmuth, "tiene la capacidad de vivir en el ilimitado Espacio más allá de la Barrera Celeste. Mientras el espíritu está todavía revestido" de los cuerpos astrales, no puede sobrepasar la Barrera Celeste y debe vivir en un mundo cósmico que sea igual a su grado evolutivo".
Firkon explicó: "Los Hermanos del Espacio, como somos nosotros, son los que han realizado ya el cuerpo espiritual y por eso normalmente viven en los maravillosos mundos de la luz en el Espacio ultracósmico. Los Hermanos del Espacio, los que las Escrituras llaman con frecuencia Angeles o el Señor, pueden emprender viajes a las dimensiones cósmicas y revestirse de cuerpos cósmicos según la necesidad. Por el contrario, los Hermanos que no han evolucionado todavía hasta el punto de librarse de los cuerpos cósmicos y de poder sobrepasar la Barrera Celeste, fuera de la cual existe el infinito Espacio de la Luz, tienen la posibilidad de emprender viajes a mundos inferiores a su grado de evolución. Esto lo pueden hacer de foma autónoma, en virtud de sus conocimientos y de las misiones que se proponen o que se les confía. Para ir más allá, como os ha sucedido hoy a vosotros, deben confiarse a nosotros que ya hemos sobrepasado la Barrera Celeste y que por eso tenemos un conocimiento que nos permite procuraros viajes hacia mundos superiores a vuestro Grado de Evolución".
"Entonces”, interrumpió Paolo, "os podemos llamar Hermanos del Espacio, y a los que no pueden librarse de todos los cuerpos cósmicos, Hermanos del Cosmos".
“Exactamente", respondió Orthon. "nuestro conocimiento es espiritual y supone el conocimiento cósmico. Pero pueden existir Hermanos que tienen un gran conocimiento cósmico y son pobres en el espiritual. Es preciso obrar siempre sobre las fuerzas cósmicas a través del la fuerza espiritual o mística, y esto significa confiarse siempre al Creador que obra a través de sus Hijos de la Luz. Obrando solamente sobre fuerzas cósmicas, no se puede tener garantías de que se haya obrado adecuadamente y sin consecuencias negativas. Pero cuando se obra con quien está en la Luz y pertenece al Espacio del Espíritu y conoce fuerzas místicas y la acción dominante y silenciosa del Creador, entonces se es un intermediario en el Diseño Universal de Amor y de Salvación de la Economía Divina y no hay peligro de error. Nadie puede arrogarse un conocimiento superior a su propio límite". Rafael reclamó nuestra atención a lo que sucedía ahora en la nube coloreada que mostraba las tres figuras humanas y un jardín. El hombre y la mujer discutían. Noté que el hombre movía los brazos como se acostumbra a hacer en una discusión animada. Oíamos su voz. Reprochaba a su esposa algo que no comprendí bien pero que concernía al niño. Este parecía no ocuparse de la disputa entre sus padres y continuaba su jugueteo.
"Observad", dijo Rafael, "ahora veréis las consecuencias de la ira sobre los cuerpos sutiles y sobre el cuerpo espiritual de estos hermanos".
El hombre decía palabras severas a la mujer, acusándola de no ser capaz de cumplir con su deber. Estaba cegado y su esposa lo miraba sorprendida. Vi la figura del hombre, los contornos de sus cuerpos como deformados, como si se distorsionaran por una fuerza fea. La armonía de las líneas se veía comprometida. Del cuerpo espiritual, que se ofuscaba y perdía su blanquísima luminosidad, partian como oleadas de grumos energéticos que atravesaban los otros cuerpos alterando su luz, su homogeneidad y su forma.
Ahora el hombre gritaba y la mujer lloraba. La luz blanquecina de su cuerpo espiritual se volvió de un color sucio como marrón oscuro; todo su ser sufrió una inundación de aquella desagradable coloración y su silueta se contrajo y quedó deformada. Sólo el cuerpo material sufrió un deterioro menor, a pesar de haberse vuelto el contenedor de aquellas deformaciones y trastornos de la luminosidad y la belleza de los otros cuerpos. Ahora del cuerpo del hombre salían como oleadas de aquella energía vital tan desordenada y oscura, se expandían en sucesivas emisiones en el aire de alrededor y penetraban en los cuerpos de la mujer, que con aquella penetración también se contraían deformándose y recibiendo una disminución de su luminosidad natural.
"Esto que véis", explicó Rafael, "es lo que sucede en un ser humano, cuya conciencia se abandona a la ira. Su energía vital se oscurece y se deforma. La energía vital de cada individuo está en comunion, a través del ambiente, con la de sus semejantes y por tanto quien vive ordenadamente y bien ayuda a los hermanos y quien vive desordenadamente y mal daña a sus semejantes. Todo lo creado está en comunion. Todo es realidad, y cuanto más sutil es una realidad, es más vital. El pensamiento, sus formas y la que llamais fantasia o imaginación es de una realidad y consistencia que la materia no puede comprender. Quiero decir que el hombre ligado todavia a la materia quedará extrañado cuando advierta la inconsistencia de la energía material respecto a la consistencia vital de su espíritu con los pensamientos, los sentimientos, y las emociones contenidas en él. Pero como por ahora él filtra estas cosas en la materia, se crea una ilusión que la hace ver muy consistente la materia y abstracta toda otra realidad más sutil”.
Entre tanto el hombre seguía en su explosión de ira y el "contagio energético" descrito inundaba ahora también al hijito, que sin embargo seguía mostrando despreocupación por la pelea de los suyos. Incluso la vegetación estaba invadida de aquellas oleadas de energía oscura y desordenada hasta en el ritmo de las emanaciones y producía también una desarmonía en las rocas. Comenzamos a sentirnos invadidos por aquel malestar.
"¡Qué cosa tan fea!", dijo Tina. "¡Qué cosa tan fea!".
La escena sufrió como una aceleración, después se redujo al ritmo natural. Ahora el hombre abrazaba dulcemente a su esposa que se secaba las lágrimas. El pequeño estaba entre ellos riendo contento. El cuerpo de los tres y de todas las realidades vegetales y minerales estaba sufriendo como una recomposición. Oleadas de luz y de color daban nueva armonía y respiración a aquellas siluetas. Sentíamos que volvían a nosotros la alegría y la felicidad mientras se alejaba la pesadilla de lo que habíamos visto y experimentado.
La escena se difuminó poco a poco y el humo pardusco se desvaneció lentamente. La luz del ambiente se volvió como antes y Rafael y los demás nos sonreían, como si en aquel momento nos hubiésemos vuelto a encontrar después de un paréntesis que nos hubiese turbado. Con alegría volví a pensar un momento en el viaje de la Tierra a la astronave, donde me encontraba con Tina, Paolo y aquellos Hermanos.
Volvió a hablar Rafael: "Si todos los hijos del Padre Dios hubiesen usado la libertad que se les concedió para seguir solamente las infinitas vías del Amor Universal y se hubiesen fiado exclusivamente de la bondad de sus Leyes Universales, no hubiera sido necesario experimentar dimensiones cósmicas tan limitadas respecto al Espacio infinito más allá de la Barrera Celeste. Pero como al principio hubo un rebelde que convenció a sus seguidores de que se podía desobedecer al Padre Bueno y hasta obrar sin El, de aquella soberbia nació la necesidad de experimentar el mal y entonces, como el Padre sabía que otros seguirían aquel mal ejemplo, creó dimensiones más limitadas, creó el Cosmos, los mundos astrales y materiales que, aunque eran maravillosos por ser obra de sus Manos Divinas y reflejaban las bellezas y las armonías del Espacio Celeste, eran sin embargo más limitados. En ellos muchos de sus hijos serían sometidos a la prueba de experimentar el egoísmo en vez de la Universalidad del Amor, la maldad en vez de la bondad, el sadismo en vez de la felicidad de ver gozar a los hermanos. Ellos desarrollarían vías de mal antes que del bien, odio en vez de Amor, su ceguedad en vez del verdadero Conocimiento que da la Vida. Por esto ha sido creada la materia: para que el Espíritu y la Conciencia encerrados en ella tuvieran una protección. Habéis visto que el cuerpo material y lo que tenía en sí era el menos sensible, y detenía la turbación causada en los cuerpos más sutiles del hombre. Si estos hijos no tuviesen un cuerpo material y cuerpos astrales, experimentarían el mal que su conciencia quiere probar en condiciones mucho mas manifiestas y de dolor. Es importante que el hombre se convenza de la inutilidad y peligrosidad del mal durante su vida material, porque de otro modo lo experimentará en dimensiones más sutiles y reales sufriendo mucho más y padeciendo su violencia. Es preciso que el hombre sepa comprender la bondad del Padre, que no ha quitado la libertad a los hijos infieles a su Amor, sino que les ha concedido que se puedan convencer de estas cosas en una situación de menor sufrimiento. El mismo sufrimiento es un medio de salvación, el dolor es la voz del Padre que reclama a sus hijos, es purificación, es Amor. ¡Ay, si no existiera el dolor mientras no se haya recuperado al último hijo del Padre!. Habéis visto el efecto del dolor de ese hombre que ha comprendido que estaba ofendiendo a su propia esposa y dañaba el ánimo sensible del niño. El dolor experimentado por su conciencia era una energía vital que se liberaba de su espíritu y recomponía y volviá a dar armonía a su ser, el de su compañera y al de su hijito".
"Cuando la bondad y el Amor sean recuperados por los hijos de la Tierra", dijo Kalna con muy tierna voz, "entonces vuestro espíritu producirá maravillosas energías vitales, que darán luz a vuestras mentes y calor a vuestros corazones. Entonces la fuerza benéfica que se liberará en vosotros, sanará vuestros males espirituales, morales y materiales. Incluso los animales se desintoxicarán por ella y las plantas y las piedras. No podéis imaginar hasta qué punto toda la realidad vital del ambiente está ligada a vuestra conciencia. Las inteligencias condicionan realmente el ambiente vital, sus mundos. Todo es realidad vital: cualquier movimiento de vuestro ánimo, cualquier deseo, pensamiento o sentimiento, también cualquier pasión. Burlarse de estas realidades significa prolongar el camino hacia la luz por muchos milenios todavía. Cada hijo del Padre llegará al conocimiento espontáneamente, libremente, en virtud de la propia convicción de la verdad, del bien y de lo ilusorio del mal. Nosotros os ayudaremos siempre para que el Padre sea nuevamente feliz de poder recuperar vuestro Amor y vuestra confianza en El, Unico Creador, Sumo Amor y Dios".
"Todo pensamiento tiene su forma, su color, su perfume", su voz y su significado. Igual todo lo que vive en el espíritu humano. Los hijos del Padre pueden crear paraísos o realizar infinitos infiernos. El Padre se dedicará siempre a conducirlos hacia El, y nosotros seremos sus fieles hijos y colaboradores. Hasta que todos se convenzan de la verdad de las cosas".
Firkon me miró a los ojos. Comprendí que había leído en mi pensamiento la pregunta que quería hacer.
"Sí", me dijo con tono grave y seguro. "Sí, todo esto acabará. Los hijos del Padre que están llevando experiencias equivocadas comprenderán pronto. Ellos sufrirán tanto dolor en la Tierra, que hasta los ciegos verán y los sordos oirán. Los corazones se ablandarán de su milenaria dureza, las mentes querrán la luz. Entonces el Padre hará una fiesta sin precedentes en la historia de la Creación, porque el hijo pródigo habrá vuelto definitivamente a su Casa".
"Está escrito", replicó Rafael pensativamente, "que solamente se perderá el hijo de la perdición. Esto contrista infinitamente al corazón del Padre y hace sufrir al nuestro. Estos hombres testarudos no querrán comprender la lección, pero no podrán perjudicar más. Para ellos todo el Plan de Amor y de Salvación no dará fruto. Nosotros no podemos sustituir al Padre Dios. El preparará algo también para ellos; pero ¡Ay de quien tiente la inmensa bondad, misericordia y justicia de Dios!. No olviden estos obstinados hermanos nuestros, que siempre y en todo momento habrá misericordia, perdón y Amor para ellos. Pero tendrán que sufrir en la misma medida de su increible obstinación".
"Lo que ha sucedido en la Tieerra en estos milenios", añadió Rafael con tristeza pero con voz fime, "de historia de dolor, injusticia y sangre quedará en el Cosmos como ejemplo para mostrar el error bajo todos sus aspectos de horror. Esto está alcanzando ya el límite que el Padre ha dispuesto en su amoroso corazón. El no permitirá que se sufra más, y todos podrán tener la recompensa por lo que han sostenido sobre si mismos".
Tina estaba atenta y seria. Paolo miraba a Rafael con curiosidad y dulzura.
"Ahora", dijo Ilmuth, "observad lo que vamos a mostraros". La luz disminuyó otra vez. La nube pardusca se coloreó rápidamente y ante nosotros vimos un niño con el cuerpo material gravemente deformado. Sin embargo, sus cuerpos sutiles eran de una gran lucidez, tenían colores tan extasiantes y una armonía tal que hicieron lanzar a Tina maravilladas exclamaciones. Yo lo miraba y sufría en mi interior por aquel contraste estridente. La belleza interior del niño aventajaba a la penosa impresión de la realidad deforme.
"Cuando los desórdenes energético-vitales de las conciencias del hombre provocan en un planeta estas horribles cosas", dijo Ilmuth, entonces nosotros tomamos muchas veces posesión de estos cuerpos. "Vosotros no lo sabéis, pero a sufrir en cuerpos deformes y en cerebros enfermos baja un ángel casi siempre, para cumplir una sublime y eficaz misión en beneficio de los hermanos de la Tierra que tendrán que renunciar al mal".
Calló. Yo estaba conmovido por lo que habia oído y visto. Mi Amor por aquellos Hermanos crecía demesuradamente. El cuerpo espiritual del pobre niño era de un fulgor indescriptible. Aquella luz se difundía con fuerza y dulzura en los cuerpos más externos y se distribuía por todo alrededor.
"Ellos son los pulmones de vuestro mundo", dijo; "y cuando un día comprendáis tales cosas, entonces ya no habrá hombre en la Tierra que acuse a Dios de haber hecho criaturas para torturarlas, sino que acusaréis a la maldad de vuestro duro corazón y bendeciréis a los que quisieron soportar más dolor aún que vosotros, e injustamente, para poderos salvar. Si no, ¿qué sentido tendría la sangre de los mártires, el bien y el amor de todo tiempo? ¿Qué significado tendría lo que hizo aquel que murió en una cruz para deciros toda la Verdad y daros la mayor lección que se haya impartido jamás del Amor Universal a la Tierra? La hora de la verdad se aproxima, y cada hombre sabrá, quitado el olvido necesario para disminuir el dolor, si nació en la Tierra para redimirse o para salvar a los demás teniendo que redimirse antes a sí mismo. Porque también los ángeles, cuando nacen hombres en la Tierra, tienen que salvarse primero ellos mismos, ser salvados, y después tendrán el poder de salvar a los demás cumpliendo su difícil misión. Algunos de nosotros prefieren soportar sufrimientos físicos en un cuerpo martirizado, antes que haceros experimentar los estragos del mal. Esta escrito que no juzguéis. No juzguéis, sino quedad en el Amor porque ésta es la única garantía contra el mal para el triunfo del bien. Confiaos al Padre Dios y a sus hijos que obran en el Amor para vuestra Salvación. Sed buenos y sencillos".
Ilmuth acabó de hablar. La nube vaporosa disipó sus colores y desapareció quitando de nuestra vista aquel ser. La luz volvió a la sala de la astronave. Una larga serie de pensamientos atravesaban mi mente serenamente.
Rafael nos invitó a que le siguiéramos. Vinieron con nosotros Orthon y Firkon. Visitamos varios departamentos de aquella enorme y maravillosa casa de luz. Fuimos conducidos a una sala donde brindamos con una sustancia suavísima. Después Kalna cantó y oimos una música que conmovió a Tina hasta las lágrimas. Teníamos el ánimo saturado de ligereza, de paz y la certeza del Amor sin fin de los Hermanos. Entonces, nos volvieron a llevar, a través del corredor, al disco que nos devolvería a la Tierra. Nuestros compañeros de viaje fueron otra vez Rafael, Orthon y Firkon.
"Llegará el tiempo", decía Ilmuth mientras Kalna nos sonreía, "que no nos separaremos más. Todos los hermanos de la Tierra que quieran, podrán viajar al Espacio con nosotros. Bastará con quererlo y sobre todo con ser hijos del Amor del Padre.
Juntos visitaremos mundos y surcaremos nuevos cielos. Estaremos siempre en misiones de Amor y conocimiento para otros hermanos que quieran evolucionar pronto. Y además veremos al Padre cara a cara porque iremos fuera de la Barrera Celeste. Estad seguros de ello", concluyó Kalna, "ésta es la verdad". Nos saludamos todos con un abrazo.
Nos sentamos en el disco, mientras la luz de la habitación actuaba en nosotros para prepararnos para volver a la atmósfera de la Tierra. Nuestro corazón había quedado en el Espacio, en la astronave, con toda su luz, sus colores y sus perfumes. El disco nos llevó hasta donde nos había levantado algunas horas antes. Eran alrededor de las seis de la mañana.
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