jueves, 21 de mayo de 2009

EL SER CELESTIAL

Capítulo 5.
EL SER CELESTIAL
Rafael volvió a hablarnos en el corazón de la noche y durante el día. Nos dijo que aquel modo nuestro de comunicación se llama "contacto cósmico", y a través de aquel medio podíamos comunicar con él cada vez que quisiéramos.
También nos enseñó algunas reglas de prudencia: cada vez que nos pusiéramos en contacto cósmico, teníamos que rogar antes al arcangel Miguel para que nos protegiese.
"Llamad a Miguel", nos dijo, "y no tendreis ya nada que temer"; y así lo hacíamos nosotros.
Una noche antes de coger el sueño, Rafael me habló y me dijo: "Ahora prepárate a estar sereno, porque recibirás una visita".
Permanecí en silencio sin moverme, dando vueltas a sus palabras. Pensaba en el gran don que se me había concedido, el de poder comunicar con los Hermanos. Sabía que cada hermano de la Tierra puede hablar con su espíritu a los Hermanos del Espacio. Se me había enseñado que nadie está solo en el Cosmos. Y que los Hermanos no abandonan a los que viven con dificultades en nuestro planeta. Ellos siguen, ayudan, obran en favor de quien se deja ayudar y conducir. A veces lo hacen manifestándose, otras veces dan signos de sus obras, otras por fin su intervención sigue caminos misteriosos y no aparece evidente.
Recordé la recomendación que me había hecho Rafael de quedar sereno, y me relajé más de lo que ya estaba. Las horas de la noche transcurrían, el sueño aumentaba, pero no sucdía nada. Entonces pensé que quizá la visita que se me había anunciado antes se realizaría en el sueño. En efecto, también Rafael me había explicado que el sueño es participación en la vida de otra dimensión cósmica o espiritual que está en nosotros, y que también los sueños aparentemente incoherentes o privados de significado no lo son en realidad.
Ahora sabía que los Hemanos del Espacio se comunican con nosotros también a través de los sueños, que en este caso son verdaderos y precisos mensajes: también las Escrituras están llenas de episodios en los que el Señor Dios hace conocer al hombre su voluntad durante el sueño. En efecto, en aquel estado el hombre está más abierto para recibir instrucción y advertencias de lo alto.
Volvía a pensar en estas cosas y me iba convenciendo de que asi sería como vendría mi visitante, cuando delante de mí entreví una tenue luz multicolor. Miré mejor y la vi volverse más vívida. Era como si la mano de un gran artista compusiese con lineas y luces el rostro y la silueta de un hombre como de treinta años.
Cuando se terminó aquella obra maestra, tenia delante de mis ojos una figura de maravillosa belleza. Todo mi ser estaba extasiado. Su cuerpo se vestia de una túnica blanca sujeta en los lados por un cordoncillo. Su rostro era de una suavidad indescriptible. La frente y todos sus rasgos eran de tal armonía y tal serena majestad que nunca habría podido pensarlo. Tenía los ojos azules y los cabellos castaños que le caian hasta los hombros. La barba bien proporcionada completaba aquella luminosa figura.
Aquel Ser celestial emanaba una fuerza vital misteriosa y profunda y una dulzura infinita que deba paz. Sentia en él un Amor purísimo y me parecia que me lo comunicaba dulcemente. Se me acercó, mientras una leve sonrisa expresó toda su amabilidad. Me adherí a él con todo mi ser y no pude dejar de reconocerme en él. En su dulce rostro me veía a mi mismo, y sentía en mi el Amor purísimo y ardiente que emanaba de aquel Ser. Experimenté sentimientos tan sublimes que no sabría describirlos: estaba en un estado de perfecta beatitud y comunión.
Su luz invadia cada célula de mi cuerpo; su radiante belleza me comunicaba una gran paz y un profundo deseo de bondad y Amor.
Cuando todo se desvaneció, quedó en mi una alegría indescriptible. Quería saber quien era mi visitante: un nombre resonaba en mi como una dulce nota musical, pero no osaba confirmarme tal suposición. Intervino la voz de Rafael.
"Lo volverás a ver en otra apariencia", dijo; y no quiso añadir más.
Hablé de ello con Tina. Sabemos que el domingo siguiente tendriamos un nuevo encuentro con los Hermanos. Las instrucciones eran trasladarnos por la autopista en dirección de Rapallo. Lo dijimos a los amigos y fueron felices por acompañarnos. Esta discreta y apasionada participación suya me parecía otro gran don de los Hermanos, los cuales formaban ahora ya parte de nuestra vida cotidiana.
Dejamos los automóviles en las alturas de Zoagli. Paolo, Anna, Gianna y Roberto se detuvieron en un prado. Tina y yo proseguimos a pie porque el camino ya no era viable. Continábamos subiendo felices como muchachos que van de fiesta.
A pesar del tiempo lluvioso y del aire fresco todavía, sudábamos por la fatiga de la ascensión. Observamos que aquel año 1980 no quería hacer buen tiempo.
Rodeamos la costa y nos encontramos mirando un valle que subia abruptísimo. A lo lejos podíamos ver el mar y un pequeño trozo de litoral. Decidimos sentarnos para recobrar el aliento. La hierba estaba mojada y la lluvia amenazaba de nuevo.
Abrimos el paraguas que habiamos traido con nosotros y reemprendimos la subida: No habiamos dado más que unos pocos pasos cuando una vibración ligera y profunda penetró nuestros oidos. Miramos a lo alto y vimos un gran disco realizar movimientos circulares por encima de nosotros, como si buscase un lugar despejado para aterrizar.
La agilidad con que el objeto volante realizaba sus evoluciones era extaordinaria. No tenía luces encendidas y parecía de un color plateado oscuro. Advertimos una sensación de opresión sobre toda la persona. Tina gritó: "Rafael, ¿qué sucede?". Busqué el contacto cósmico para saber por qué experimentábamos aquella intensa sensación que nos había causado cierto temor. La sensación de opresión aumentó aún. Después el disco se alejó, y pronto nos sentimos bien de nuevo.
La voz de Rafael nos dijo: "Hemos querido haceros experimentar esta fuerte sensación para haceros comprender cómo cada vez que contactamos con vosotros debemos realizar una operación de purificación y de reorganización de vuestras energías vitales. Vuestro planeta esta envenenado porque lo está el corazón de los hombres. La Tierra no está en paz; vibraciones descompuestas como las pasiones que agitan a los terrestres crean zonas cada vez más amplias del planeta donde la energía vital se descompone. Un día comprenderéis estas realidades que no pueden ser estudiadas por vuestra ciencia. Los pocos que han comenzado a comprenderlo, viven incomprendidos y aislados".
Escuchaba la voz de Rafael y temía que la sensación de opresión se pudiera reproducir.
"Ahora nos alejamos", dijo Rafael desde el disco. "Proseguid el camino. Más arriba nos encontraremos". Continuamos subiendo muy fatigosamente a causa de la lluvia y del fango. La hierba mojada estaba resbaladiza, y nos ayudábamos para subir agarrándonos a los arbustos, hasta que llegamos a un senderillo que se extendía hasta un pequeño prado.
No habíamos llegado todavía a aquel lugar, cuando notamos a pocas decenas de metros que el disco estaba posado en la tierra. Me sorprendió ver como las tres esferas que se apoyaban en la tierra bajo el objeto espacial, unidas a los brazos de sostenimiento, que se extendían oportunamente, mantenían el disco en perfecto equilibrio a pesar de lo abrupto del lugar. “¡Qué maravilla!” exclamó Tina.
Entre nosotros y el disco, a pocos metros de distancia estaba Rafael. La lluvia había disminuido sensiblemente, pero el hombre del espacio parecía no mojarse en absoluto. Nos saludó cordialmente y se acercó.
“¡Es muy bello encontrarnos aquí arriba!", dijo. "Este rincón es encantador".
Tina hizo notar al visitante venido del espacio que nuestros encuentros habían tenido lugar casi siempre bajo la lluvia. "No será siempre así", respondió Rafael. "Pero la Tierra deberá ser purificada. Mucha agua tendrá que correr, y no sólo ésta".
Tina le dijo entonces que era muy feliz y que también la lluvia formaba ya parte de nuestros encuentros, y que había comprendido el sentido de purificación que tenía este indispensable elemento natural.
Rafael nos invitó a escuchar la voz de la lluvia. Dijo que los hombres de la Tierra están perdiendo cada vez más el sentido de la naturaleza.
"Recuperar la naturaleza", añadió, "quiere decir curar de muchos males".
Quedamos en silencio. El agua caía sobre las hojas y sobre la hierba. La proximidad de aquel ser daba un nuevo sentido a la atmósfera gris y a la naturaleza mojada enteramente por la lluvia.
"Si los hombres de la Tierra no vuelven a estar en paz con la creación y no saben contemplar la naturaleza, ella no se desvelará a sus corazones. Y ellos no podrán evolucionar a pesar de todos los descubrimientos científicos".
"El verdadero conocimiento que lleva a la verdadera evolución de los hijos del Padre Dios comprende realidades de infinitos mundos del Universo que están fuera de la dimensión material. Vuestra ciencia, que indaga la materia y no presupone lo que está más allá de ésta, os conducirá a explorar la superficie de la creación con el gran peligro de desfigurar su esencia: por esto vuestras conquistas se emplearan siempre mal".
Mientras tanto había dejado de llover, y nosotros habíamos cerrado el paraguas. Rafael se había apoyado suavemente en un árbol y de vez en cuando dirigía la mirada en torno admirando aquella vegetación floreciente. Comprendíamos que el encuentro no se prolongaría ya por mucho tiempo.
Rafael nos invitó a caminar un trecho junto a él por la parte opuesta a la que se encontraba el disco. "Vuestra ciencia", continuó, "deberá comprender sus límites. La materia no podrá superar a la materia. Si se comprende que el verdadero conocimiento tiene también otras vías, entonces la ciencia servirá también de ayuda en el camino a recorrer. Tal como ahora sois y quereis continuar siendo, nunca podremos daros conocimientos superiores: Los usaríais para vuestros fines de poder humano, y por tanto peligrosamente. Estáis ya a punto de llevar también el desorden y el envenenamiento al espacio que rodea a la Tierra. Pero nos encontraréis vigilantes y no se os permitirá llevar la destrucción y muerte fuera del planeta".
Caminábamos sobre el sendero, uno al lado del otro, Rafael alto y majestuoso, estaba entre Tina y yo; su paso era seguro y ligero: calzaba zapatos cerrados, hechos de un material que parecía ser ligerísimo, color cobre. Vestía un "chandal" muy ajustado, de color semejante al de los zapatos.
"Perteneceis a la fraternidad del Amor Universal", observé. "¿Qué significa por tanto tu afirmación de que no permitiréis a los terrestres peligrosos avanzar hacia el espacio cósmico?”.
"Nuestros medios son pacíficos", respondió; "pero si insistiérais en vuestros proyectos bélicos y llevárais adelante falsos programas de paz ocultando segundas intenciones, no conseguiréis realizarlos. Porque no lo permitiremos. Antes debéis aprender la lección de la bondad, de la justicia universal y del Amor. Sólo entonces podréis hacer lo que queráis".
"Lo que significa, si he entendido bien", dije; "que nunca usaréis Ia violencia para impedir al hombre de la Tierra el acceso al espacio, pero obraréis de modo que no le sea posible llevar fuera del planeta, por ejemplo, las bombas atómicas y cuanto comprometería el espacio incontaminado".
"Exactamente", confirmó. "Y esto está previsto en las Leyes Universales de Dios Padre".
Hizo una pausa, después nos explicó que la Escritura da a comprender que no sería posible a los hijos rebeldes al Amor del Padre ir más allá de un cierto limite concedido. Que sólo en el bien el Padre no puso límites a los caminos recorridos por los hijos de buena voluntad.
"Los planetas de todo el Cosmos", dijo con calma, "pertenecen al Amor Universal. Todos estan comprometidos en una competencia de Amor, de servicio de unos a otros. Cada hermano se siente tal porque es hijo del único Padre Creador.
Conocimiento no significa "poder", como entre vosotros, sino mayor servicio, mayor humildad y bondad. Amar significa dar sin pretender nada. Recibir va ya implicito en el Amor, pero no es éste el objetivo que nos impulsa a amarnos unos a otros. En la Tierra se usa el comocimiento para dominar a los hermanos. Con demasiada frecuencia el que está más arriba comete injusticias y olvida qué significa estar más abajo.
El único poder que reconocemos nosotros es el amoroso del Padre Celeste. El único poder es el que deriva del Amor. Conocimiento y responsabilidad son servicio y bondad, humildad y sencillez frente a las cosas inmensas de la creación".
Tina hizo un comentario y contestó qué lejos estamos todavía en la Tierra de una realidad tan sencilla y maravillosa. Dijo que lo que nos decía Rafael de la vida en los planetas pertenecientes al Amor Universal era el sueño de muchos terrestres que esperan paz y justicia.
"Muchos hombres de la Tierra", añadió Rafael, "no aman, ni aceptan las Leyes Universales de la creación. Otros han alterado estas verdades, las han complicado según la dureza de sus mentes y enseñan a los hombres a llevar pesos que ni siquiera ellos saben llevar. Esto también fue dicho y escrito. Así se comprueba que muchos hermanos de la Tierra desobedecen a la Ley Divina porque son auténticos rebeldes y otros porque no la consideran real y justa. Estos malos maestros tienen mucha responsabilidad en relación con sus hermanos. Las Escrituras son muy severas frente a estos hombres".
Yo le dije entonces, que me parecía haber intuido que algunas de aquellas verdades que estaba diciendo, habían sido enunciadas hace dos mil años por Jesús de Nazaret. "Cuando refiráis a los hermanos de la Tierra estas palabras mias", dijo Rafael, "encontraréis algunos de ellos que os diran que todo eso es un cuento; otros os dirán que desde el momento en que ya hace dos mil años se dio el mismo mensaje, no ven Ia necesidad de que haya de proponerse de nuevo. Dirán que no había que proponerlo otra vez, porque ellos ya lo conocían. Os pongo en guardia acerca de estas personas. Si el hombre de la Tierra hubiese aprendido de verdad la lección y la hubiese puesto en práctica, no estariamos nosotros hoy aquí para deciros estas palabras. Os diríamos otras y hablaríamos de otras cosas. Pero no entristezcais demasiado vuestro corazón: muchos esperan nuestra palabra y gozarán oyéndola".
Nos habíamos detenido junto a un matorral singularísimo. Rafael, hablando, lo acariciaba y lo admiraba como podría hacerse con una criatura humana. Tina había vuelto a abrir el paraguas porque empezaba a lloviznar otra vez. A Rafael no le importaba el agua que le caía sobre la cabeza. Sus cabellos seguían secos, y ello me hizo pensar que le ayudaba una energía especial.
"La Tierra", prosiguió Rafael acariciando la planta, "era el jardín del Edén citado en la Escritura. El Edén es todo el Cosmos fiel al Amor del Padre Creador. Sin embargo, un día los hombres de la Tierra quisieron comer el fruto del conocimiento del bien y del mal. Eso estaba prohibido porque perjudicaba a las criaturas. El Padre lo había advertido. Pero los terrestres no quisieron fiarse del aviso del Padre, e iniciaron así sus experiencias: empezó el ciclo actual. Ellos, que habían comido de los infinitos frutos del Amor Universal, quisieron comer un solo fruto: el de querer experimentar los pocos caminos del mal. Y dijeron también que el Amor Universal era monótono y molesto, calumniando de ese modo a la divina fantasía creadora. Entonces el hombre sustituyó el bien por el mal, el Amor por el egoísmo, la paz por la guerra, la evolución por la involución. Se embruteció, y todavía culpó de esto al Padre que en su Amor había concedido una digna libertad a todos sus hijos. Así fue como se realizaron las palabras: "Si coméis de aquel fruto prohibido moriréis".
El Hermano del Espacio había asumido un aspecto serio, manifestando un sufrimiento interior que me impresionó profundamente. Tina lo miraba a la cara con un aire expectante. La luz de aquel rostro nunca disminuia, y provocaba en mí un sentimiento de esperanza. Su calma serena y la bondad de sus expresiones hacían intuir un camino de salvación.
"¿Cómo será posible", preguntó Tina, "salir de una situación que en la Tierra se arrastra desde muchos milenios?"
“Todo esta escrito”, dijo Rafael alejándose del matorral. "Todo fue previsto acerca de la libre elección de los hombres de la Tierra y todo fue predispuesto para la salvación en un gran plano de Amor según la justicia y la bondad de las Leyes Universales. Nunca se dejó a los hombres rebeldes abandonados a sí mismos, sino ayudados, guiados, castigados y consolados. Llegará un momento en el que Aquel a quien se ha dado poder en la Tierra y en el Cielo intervendrá con los suyos y entonces el decretado fin del mal se llevará a efecto. De aquellos que aún no estén preparados para ser salvados, cuidará el Padre Dios. Nosotros no podremos hacer entonces nada más. Seremos testigos del nuevo plan preparado por el Padre, pero para ellos habrá mucho dolor y el disgusto de no haber sabido acoger una gran posibilidad de salvación".
Calló. Después añadió: "Nosotros somos los Querubines de la Escritura. El mismo Dios nos colocó como custodios del Edén. Nunca permitiremos el acceso de los hombres de la Tierra al Espacio-Edén incontaminado, hasta que ellos, espíritus de potencia del mal, no vuelvan a ser espíritus de Amor Universal.
La conquista del espacio de otros mundos les esta vedada por la justicia de las Leyes Universales. Antes deberán renunciar definitivamente al mal. Entonces la Tierra será nuevamente jardín del Edén y los terrestres serán acogidos por la Fraternidad Universal. Se les quitará este impedimento y nosotros podremos volver a circular libremente por la Tierra y ellos por nuestros planetas. Como en otro tiempo, antes de la rebelión".
Tina sonrió y deseó que aquel día venga pronto. Rafael me leyó el pensamiento y repitió lo que había dicho ya.
"Nosotros", recalcó, "no usamos la violencia por ningún motivo. La violencia trae siempre violencia, el odio trae odio, y la muerte trae muerte. Nuestras armas son el Amor, la prudencia, la sabiduría y la paciencia. Pero somos activos como no podéis imaginar. No permitiremos que se lleve el mal al Cosmos donde reina la armonía, la vitalidad y el Amor. Nosotros renunciamos desde siempre a las sugestiones del mal. Ser criaturas limitadas impone fiarse del Creador que nos hizo libres y dignos. Nosotros amamos sus Leyes, y sabemos que su Amor abre infinitos caminos hacia la Vida Eterna. Es una tontería por no querer renunciar a poco, perder lo mucho y no poder ser felices. Nosotros amamos a nuestro Padre Dios porque El nos ama. El nos ama incondicionalmente y nosotros hacemos lo mismo porque es justo que así sea. Pronto también lo comprenderá vuestro planeta, y entonces surgirá para vosotros el esperado nuevo día. He dicho pronto".
Nos fuimos hacia el disco apoyado en la tierra. "Esto significa", concluyó Rafael, "que pronto los Querubines estarán con vosotros. La Tierra será nuevamente planeta de Amor Universal y ya no más potencia del mal. Os llevaremos con nosotros al Espacio y también vosotros viajareis sobre astronaves hacia otros mundos. Visitaréis las multiples moradas de la Casa del Padre y la nueva era del Amor pondrá fin a la historia milenaria que conoció entre vosotros guerras, muertes y ruinas". El encuentro acabó aquí. Rafael nos saludó y se acercó hacia el objeto espacial que atraía nuestras miradas. Hubiéramos querido visitarlo. Rafael se volvió hacia nosotros, expresando su disgusto por no podernos contentar aún. A través de las escotillas, vimos en el interior del disco dos rostros muy bellos. Saludamos con la mano y recibimos un saludo como respuesta. Silenciosamente la puerta se cerró detrás de Rafael.
Entonces, la luz blanca de la cima de la cúpula se encendió: se oyó un zumbido y vimos retirarse a las tres esferas, mientras el disco permanecía suspendido en el aire. Las hojas de los árboles se estremecieron y los matorrales sufrieron una fuerte sacudida de viento. Advertimos una ligera presión en los tímpanos, y el disco se elevó velozmente en vertical, después dobló su vuelo en diagonal y desapareció entre las nubes.

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