jueves, 21 de mayo de 2009

ENCUENTRO ENTRE LA GENTE

Capítulo 7.
ENCUENTRO ENTRE LA GENTE.
Una tarde invité a Tina a dar un paseo por la ribera de Nervi. Llamamos también a Paolo y a Roberto. Aparcamos el auto frente a la estación de ferrocarril, y nos fuimos hacia el mar. Era una tarde encantadora, por su temperatura apacible. Caminamos mucho rato, deteniéndonos de vez en cuando a contemplar el espectáculo de las olas espumosas contra los escollos.
Era como si algo fuese a suceder. Me dirigí a Rafael, tratando de ponerme en contacto cósmico con él, pero no obtuve ninguna respuesta. Retrocedimos hacia la estación y estábamos recorriendo el paseo de las Palmas con sus perfumes primaverales, cuando Tina y yo advertimos una insólita paz.
En cierto momento, sorprendido por algo, apreté la mano a Tina. Ella no dijo nada, y notó lo que me habia asombrado: Rafael paseaba por la acera opuesta a la que nosotros recorríamos. Con él había otro Hermano del Espacio. Los dos avanzaban lentamente y con aire desenvuelto. Para quien no supiera quiénes eran realmente, ellos podían muy bien confundirse con dos hermanos terrestres distinguidos y bellísimos. Sin llamar la atencion me coloqué en el lado de la acera por donde paseaban. Tina prosiguió con los amigos, que ni siquiera se preguntaron por qué motivo me había alejado.
Rafael se volvió, y me sonrió un poco, pero en contacto cósmico me dijo que no nos comunicaríamos de palabra. Así le seguí a corta distancia, teniendo ante mis ojos la prueba de que realmente los Hermanos estén presentes entre nosotros para obrar en beneficio nuestro.
Rafael vestía un traje azul elegantísimo, de tejido muy ligero. El otro también iba elegante, pero más deportivo.
Reflexionando, comprendí que el Amor de aquellos seres no tenía límites, y que en la práctica estaban verdaderamente dispuestos a hacer por nosotros cualquier cosa.
"Si lees la Biblia", me dijo Rafael, "encontrarás escrito: No descuidéis la hospitalidad, puesto que algunos, ejercitándola, sin saberlo hospedaron Angeles".
Continuó paseando con el otro al lado. Yo les seguía, aparentemente despreocupado, pero meditaba aquellas palabras de la Escritura. Me parecía increíble que en aquel libro se hubiran expresado tan claramente las cosas que estaba experimentando. Rafael continuó: "Pero si hace tiempo podíamos ser hospedados con Amor y respeto por los hermanos de la Tierra, hoy ya no podría ocurrir esto. En la Tierra, os lo repetimos, hay menos Amor que aire para respirar". Después dijo algo como quien conversa distraídamente, y luego añadió: "Hoy no nos podremos presentar. Quien quiera creer en la verdad y bondad de nuestro mensaje, lo hará porque encontrará en él un eco del propio corazón. Quien no quiera creer, obstaculizaría también nuestra presencia. Llegará el tiempo en que podremos manifestarnos abiertamente y entonces nuestra alegría será grande".
Dicho esto, me deseó que siguiera felizmente mi paseo con los amigos y me invitó a no seguirles más. Se volvió, me sonrió, y lo mismo hizo el otro Hermano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario