jueves, 21 de mayo de 2009

UNA LUZ EN EL MAR

Capítulo 9.
UNA LUZ EN EL MAR.
La tarde del 15 de junio estaba en casa y leía un fragmento del Génesis cuando percibí el contacto cósmico. La voz de Firkon me invitó a trasladarme a Nervi con Tina y los amigos. Como de costumbre, aparcamos en las proximidades de la estación. Paseamos durante mucho tiempo; pero nada sucedia. Sin embargo, yo estaba tranquilo: estaba seguro de que los Hermanos vendrían.
Nos fuimos al interior de la villa, y después volvimos al paseo junto al mar.
Gianna dijo que estaba dispuesta a quedarse toda la noche, con tal de ver algo. Le respondí que la paciencia siempre es premiada; pero en mi corazón empezaba a temer que por alguna razón no aparecieran.
Pero de repente vimos una luz blanca procedente del mar, por la parte de la costa de San Fructuoso. Paolo, entusiasmado lo dijo gritando y yo tuve que invitarle a la discreción.
La luz se acercó hasta detenerse a unos cincuenta metros de la orilla del paseo. Ahora el disco estaba allí, bien visible para todos, y Paolo y Gianna decían en alta voz: "¡Son ellos de verdad! ¡Son los Hermanos!".
Paolo tenía un nítido contacto cósmico, y era informado exactamente y con anticipación de las fases del encuentro.
"Ahora se enciende la luz blanca de abajo", decía Paolo. Y en efecto, la luz se encendió. “¡Ahora aumentan las luces!". Y la luz aumentó. " ¡Ahora disminuyen las luces!". Y las luces disminuyeron.
Y continuando así, Paolo anunció en alta voz las luces rosas, verdes y azules, que puntualmente se encendieron.
El disco se volvió muchas luces de colores; entonces se fue en dirección sudoeste, desapareciendo en el horizonte.
En contacto cósmico me llegó la voz de Rafael que me recomendó discreción y nos invitó a que nos fuéramos.
Temía que la gente que había asistido a la aproximación del disco pudiese entretenernos y hacernos preguntas, pero Rafael me aseguró que esto no sucedería.
A mi derecha tenía dos personas ancianas, que habían quedado con la boca literalmente abierta, mirando el cielo. Probablemente no consiguieron darse cuenta de lo que realmente había sucedido. Quizá creeran que era un extraño avión.
Pensaba darles algunas explicaciones, pero Rafael me invitó a que no lo hiciera. Obedecí y nos fuimos de allí con una gran alegría en el corazón.

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