jueves, 21 de mayo de 2009

LA ASTRONAVE MADRE.

Capítulo 6.
LA ASTRONAVE MADRE.
Atravesamos Spotorno, y a la salida occidental de la villa tomamos la carretera que proseguía por un paso elevado más allá del cual comenzaba una abrupta subida. En el aire había esa sensación de fiesta y de alegria que el buen tiempo da a gustar al que viene de la ciudad. Nos adentramos entre los pinares y el verde de la naturaleza renovada y recorrimos varios kilómetros.
Mientras tanto se había ido haciendo de noche. Las cimas de los montes apenas eran visibles por un vago resplendor que quedaba en el cielo. Las nubes estaban cediendo el lugar a las estrellas. El aire, purificado por la lluvia, estaba perfumado.
Hice detener el coche de nuestros amigos en una explanada y les rogué que esperasen allí, según las instrucciones recibidas. Entonces, proseguí con Tina en automóvil.
Depués de un breve recorrido entre los árboles fuera del camino principal, proseguimos a pie. Como estaba oscuro, nos ayudabamos a caminar con la luz de una linterna que habíamos llevado con nosotros. Tina me dijo que si no hubiese sido por los Hermanos, no habría ido nunca de noche a un lugar tan apartado. Ella caminaba fatigosamente a causa de sus zapatos poco adecuados y nos cogíamos de la mano para ayudarnos, tratando de evitar los charcos y el barro.
Después de haber caminado mucho, oimos voces. Nos detuvimos escuchando en silencio. Eran voces de hombre y de mujer. "Son ellos", dijo Tina, "estoy segura de ello. Estan aquí ya". Estaba seguro de que eran ellos, pero puesto que ningún contacto cósmico nos lo confirmaba, preferí optar por la prudencia. Invité a Tina a no hablar fuerte y a proceder con cautela. Ella sin embargo se había puesto muy contenta y no mostraba temor alguno.
Estábamos bordeando un largo matorral, el cual debía delimitar, como un seto natural, una vasta zona que permanecía así oculta a nuestra vista. Lo seguimos completamente, hasta que nos vimos en un prado bastante grande. El silencio lo rompían aquí y allá los pájaros nocturnos.
El aire había refrescado sensiblemente y por ello nos pusimos los jerseys que por precaución habíamos traido.
Con la ayuda de linternas exploramos a distancia el prado. Estaba inculto, y atravesado en el centro por un declive que lo dividía por la mitad, por lo que una parte estaba más baja y la otra quedaba más elevada. Avanzamos por la hierba mojada.
"Siento que están aquí", repetía Tina; "yo creo que están cerca".
Pero yo insistí en que quedase tranquila, y decidí que debíamos esperar donde estábamos. Por lo tanto, nos sentamos sobre una piedra plana que parecía seca, y quedamos en silencio esperando un signo de su presencia. Llegó la voz de Rafael; era clara y cercana: "Estamos ya en la Tierra", dijo, "cerquísima de vosotros".
Tina exultó, diciendo que ella lo había sentido. Apagamos la linterna, y Tina indicó con la mano algo que apenas se veía en el fondo del prado, allí donde el terreno del declive se elevaba: al empezar del limpio y oscuro límite de los árboles, una vaga luminosidad se iba convertiendo poco a poco en una luz más clara. La silueta de un enorme cigarro sobre el prado comenzó a formarse en la oscuridad.
"¡Es maravilloso!", repetía Tina. Estábamos llenos de admiración y sorprendidos por cuanto se iba mostrando a nuestros ojos. La luz aumentaba de intensidad y ahora lo veíamos bien. Tenia una longitud de varias decenas de metros (quiza 100-120) y de altura llegaba hasta la copa de los árboles que estaban-detras en el punto que aparecia más panzudo. Una larga serie de escotillas redondas emitía en la noche haces de luz coloreados que parecian no sobrepasar el espacio comprendido en el área de aquella zona. Después de algunos minutos se iluminó completamente, tanto que parecía una nave de crucero en fiesta y mucho más. Nos sentimos atraídos por los colores y por la luz que se difundía por doquier como si hubiese habido tantas fuentes que no lograbamos localizarlas. Tina me apretaba el brazo y queria que nos acercásemos hacia el cigarro espacial.
"Esperemos", le dije. "Estoy seguro de que nos dirán algo".
Advertimos la acostumbrada gran paz experimentada en todos los encuentros anteriores. El objeto espacial daba una sensación de grandeza que hacia parecer irreconocible aquel lugar tan iluminado. Parecia un lugar de otro mundo de maravillas. La luminosidad del cigarro aumentó aún, y por las escotillas comenzó un juego de luces inimaginable por su belleza y veriedad. Aquella luz y aquellos colores, aquellos juegos rítmícos y festivos hacian vibrar en el ánimo cosas que es difícil referir. Por un extremo del cigarro salieron, uno detrás de otro, cuatro discos, tan luminosos que parecian globos de luz blanca. Fueron a posarse sobre el prado, en el espacio libre que había entre nosotros y el gran "cigarro".
Se abrieron las cuatro portezuelas y por ellas salieron hombres y mujeres. Reconocí la figura de Rafael y el corazón me saltó de alegria en el pecho. Tina saludaba con la mano. Vinieron hacia nosotros y en torno a su cuerpo habia una vaga fosforescencia. Primero se acercó Rafael hacia nosotros y los demás le siguieron. "¡Bienvenidos a este encuentro!", dijo Rafael amablemente. "Esta tarde conoceréis a los otros hermanos que están comprometidos en esta misión". Saludamos a Rafael, y con él a Orthon y a Firkon que ya habíamos encontrado anteriormente. Orthon era solemne con su figura alta y su noble porte.
Firkon nos demostraba su cordialidad, que ya nos había impresionado. Nos estrechamos la mano. Sus miradas estaban llenas de bondad y sus gestos transparentaban una sencillez conmovedora.
Nos presentaron a otro hermano, de pelo oscuro, que parecía de carácter muy práctico. Su belleza no era inferior a la de los otros, y lo mismo la armonía de su porte. "Este es el hermano Zuhl", dijo Rafael. "Es muy apreciado por su capacidad y conocimiento".
Entonces nos presentaron a otro hombre cuyo aspecto era muy amable. Sonreía, como quien quiere decir muchas cosas sin hablar.
"Su nombre es Giorgio", presentó Rafael; se llama como tú", dijo indicándome. "Este hermano vuestro vivió algún tiempo en la Tierra, donde había venido para una misión.
Ahora ha vuelto con nosotros". Nos estrechamos la mano con mucho calor. Entonces vinieron hacia nosotros cuatro muchachas cuya belleza me impresionó. La que parecía menos alta tenía ojos azules y cabellos muy rubios.
"Soy Kalna", se presentó. "Y soy feliz por estar con vosotros".
"Me llamo Ilmuth", dijo la otra estrechándonos la mano alegremente. "Mi alegría por este encuentro es grande".
Era más alta que Kalna, y sus cabellos negros como el ébano le caían libremente sobre los hombros. Sus ojos oscuros eran muy penetrantes. Su belleza se acompañaba de una gran modestia y sencillez, como nos demostró en sus ademanes y en las palabras que nos dirigió.
Nos presentaron a otras dos jóvenes morenas. Pero no manifestaron sus nombres. Eran también una clara manifestación de belleza ultraterrena y de gracia y de bondad inconcebibles.
Hombres y mujeres llevaban "chandals" con pantalones y mangas bastante anchas. Emanaban todos una ligera luminosidad. "Este es un encuentro excepcional", dijo Rafael con su voz dulce y profunda; "es importante que conozcáis a los hermanos que están comprometidos en esta misión. Pero somos muchos los que nos ocupamos de vosotros. Nos conoceréis a todos pero no ahora".
Un perfume suavísimo se había difundido en el aire.
"Es extraordinario este perfume", dijo Tina, "no es de la Tierra".
"Yo tampoco he percibido nunca otro igual", confirmé.
Los hermanos sonreían. Se estaba formando una familiaridad que en tan poco tiempo no habría sido posible crear entre los hombres de nuestro planeta.
Orthon miró a Tina con dulzura y le dijo palabras tan afables que a ella se le saltaron las lágrimas de la emoción. Nos sentamos todos en circulo sobre la hierba mojada sin preocuparnos por la humedad.
"No dejaremos que os pongais malos por esto", había dicho Rafael con tono jocoso. "Sentaos con toda libertad".
El aire ahora parecía tibio, como si se hubiese calentado por aquella luz que alegraba el corazón. Una gran paz aunaba nuestros ánimos con la naturaleza. Los medios espaciales eran como presencias vivas.
"Los terrestres", dijo Rafael que estaba en medio de los suyos y tenía las piernas un poco cruzadas, "están empleando enormes capitales para ponerse en contacto con nosotros en el espacio. Y nosotros estamos en la Tierra por todas partes.
Estamos aquí en medio de vosotros. Estamos tal como podéis vernos ahora y lo estamos con medios que desconocéis. Muchos conocen nuestra existencia y nuestra presencia, y sin embargo, dicen que no saben nada de nosotros. Muchos de los que nos avistan van diciendo que nos comportamos de modo irracional y raro y que nos burlamos de ellos. Pero no quieren dar el pequeño paso que les llevaría a comprender el por qué de todo esto".
Siguió un silencio. Gozaba íntimamente por aquellas presencias y por la calma de aquella noche memorable con los viajeros de la luz. Recordaba las palabras que Rafael había pronunciado cuando nos encontramos en las alturas de Zoagli, y mentalmente las relacionaba con lo que ahora decía. Estaba convencido de que el jardín del Edén estaba deteriorado y vuelto irreconocible por los hombres rebeldes al Amor del Padre Creedor.
Sólo por estar con aquellos hermanos podía sentir y comprender muchas cosas: habría querido que aquella noche nunca terminase.
"Algunos" siguió Rafael, "se preguntan si existimos. Y dicen: "Si los extraterrestres existen, ¿por qué no se muestran a todos y no contactan con nosotros de modo adecuado?". "Pero muchísimos hombres de la Tierra saben muy bien que existimos realmente y que no compartimos sus objetivos egoístas y belicosos. En realidad, quisieran tenernos en su poder para sacarnos conocimientos que les darían posibilidades aún más mortíferas y prepotentes. Por esto es por lo que obramos de modo conveniente para evitar semejantes riesgos y esperamos el momento en que sea posible dar a los hermanos de la Tierra el conocimiento para que lo usen según las Leyes Universales dadas a los hijos de Dios".
El hombre que se llamaba como yo me miró afablemente. Experimentaba por él un gran sentimiento de agradecimiento y admiración. Mientras tanto, un ruiseñor dejaba oir su canto entre los árboles. Escuchamos en silencio aquellas modulaciones canoras. Un nuevo perfume se difundió.
Rafael dijo: "Pronto será la Tierra nuevamente jardín del Edén. Pero los hombres de la Tierra, a causa de la dureza de su corazón, antes de ser felices otra vez, tendrán que sufrir mucho. Al fin vencerá el Amor que hay en cada uno de ellos más fuerte que toda pasión mala".
Después intervino Firkon con su voz jovial: "en la Biblia", dijo con vivacidad, "se lee que los Hebreos tuvieron un éxodo que los condujo fuera de la esclavitud. Pues bien, este es nuestro mensaje actual: que se prepare la Tierra para un nuevo éxodo sin precedentes en su historia. Jamás ningún hecho que haya sucedido en la Tierra se puede comparar a lo que os espera.
Para comprender, es preciso que se lean "los signos" que el texto narra para aquel éxodo. Columnas de humo y de fuego, que hoy llamáis discos y astronaves, estuvieron sobre las cabezas de los fugitivos de Egipto. Los mismos signos, las mismas realidades que os están preanunciando el nuevo y definitivo exodo que os conducirá fuera del mal y os llevará al Amor Universal, verdadera Tierra Prometida. Es muy importante que todos comprendan esto. El tiempo apremia".
Aunque no había leído nunca el Exodo con especial atención, la explicación de Firkon me hizo comprender muy bien lo que quería decir.
"Nosotros", dijo Ilmuth con voz dulcísima, "os acompañaremos como hicimos entonces, y mucho mayor será ahora nuestra ayuda. Os conduciremos al Járdín del Edén. Este paso es inminente porque ya están presentes las diez plagas sobre el planeta a causa de espiritus poderosos en el mal. Tendreis que superar un desierto en comparación con el cual, el que superaron los hebreos era un oasis. Pero estaremos como entonces y mucho más visiblemente sobre vosotros y os daremos toda ayuda y todo consuelo. Os ayudaremos en todo sentido, Seremos columnas de nubes durante el día y de fuego durante la noche. Nunca os dejaremos y estaréis protegidos como ninguna criatura lo estuvo nunca en vuestro planeta atormentado. Porque será grande la desolación de la Tierra”.
Entonces habló Kalna, y su voz suavísima estaba acompañada del canto persistente del ruiseñor: "Los hebreos", dijo, "fueron conducidos por un gran Hemano del Espacio nacido entre vosotros para aquella gran misión. Su nombre era Moisés. Seréis conducidos por un nuevo Moises, al que todos nosotros amamos y adoramos. El amará a todos los pueblos de la Tierra durante su éxodo final y será padre y hermano dulcísimo. Todos aquellos que tengan confianza en él y quieran tenerlo como guia, podran llegar a la meta prefijada. Ninguno será abandonado a sí mismo, a no ser que así lo quiera. El mensaje que os traemos del espacio es un anuncio de esperanza y salvación, en tanto que sombrías nubes se condensan en los horizontes de vuestro planeta".
"Descubriréis", dijo Orthon con tono solemne, "lo que hay de bello y de bueno en vosotros y en la creación que os rodea. Pero antes el mal hará sentir a todos su funesta lección a fín de que quien quiera el bien pueda librarse de él y desarraigarlo de su propio corazón. Hasta que no haya sucedido esto, el hombre de la Tierra será peligroso para sí mismo y para todo el Cosmos. Y nosotros, como fue escrito, quedaremos defendiendo el Edén incontaminado con la llama de la espada vibrante, Nosotros, los Querubines, impediremos el acceso al Edén a todos aquellos que quieran llevar consigo destrucción y muerte. Sólo cuado hayais reconquistado la conciencia original, cuando el mal no se albergue ya en vosotros y en vuestro planeta, entonces volverán a abrirse las barreras del espacio. Será un gran día y llegará pronto".
Aquellos hermanos abrían nuestro corazón a la esperanza. Tina quiso hacer una pregunta: "¿Por qué citáis solamente la Biblia?", interrogó. "¿No existen otros textos que transmitieron las verdades que nos estais enseñando?".
"Durante milenios", respondió Rafael, "se dieron a los hombres muchas revelaciones, que se relataron en varios textos fidedignos. El Padre quiso realizar además una intervención concreta en la historia del hombre, y eligió el pueblo hebreo, del que había de nacer Jesucristo. La Biblia contiene la revelación dada a través de esta intervención de Dios en la Historia Humana de la Tierra. Nosotros ejecutamos su voluntad, y desde entonces seguimos constantemente el desarrollo de las cosas que ahora ya no competen solamente a aquel pueblo, sino a todos los pueblos de la Tierra. Otros pueblos siguieron otros caminos y también ellos fueron ayudados. Lo que hace de la Biblia un libro tan importante y actual es lo que dijo e hizo Jesucristo. Todo el texto prealude a la gran revelación condensada en el Apocalipsis. En él están resumidas las profecías más importantes de la antigua y nueva historia del pueblo elegido por Dios como signo de los tiempos. Se describe allí el éxodo, del que os estamos anunciando su inminente cumplimiento, los dolores que Ia Tierra tendrá que superar para librarse del mal y la vuelta al Edén. Las profecías se han cumplido todas siempre. Ahora estamos en el cumplimiento de las finales. Sobre este asunto os diremos las cosas que consideramos útiles para vosotros y para los hermanos de la Tierra. Demasiados hombres leen hoy aquellas páginas con espíritu de cultura y con el corazón arido y la mente oscurecida. Habiendo perdido así la sensillez con que se dieron, no consiguen ya comprenderlas".
Intervino entonces Rafael diciendo que por motivos de seguridad aIgunos de ellos debían entrar otra vez a bordo de los medios espaciales. Se decidió que quedarían un poco aún con nosotros Rafael, Orthon y Firkon. Los otros regresarían a la astronave con tres discos, dejando uno de ellos en tierra custodiado por Zuhl.
La despedida de los que volvían a bordo fue conmovedora: todos nos dijeron que volveríamos a vernos pronto y nos aseguraron su Amor y su ayuda. Tina estaba conmovida y decía que no hubiera querido separarse de ellos, pero Rafael aclaró una vez más que era necesario.
Los Hermanos del Cosmos se acercaron hacia los tres discos, y una vez dentro, éstos se levantaron para penetrar poco después en la astronave. Las luces se apagaron, como cuando una fiesta se acaba y todo vuelve a la normalidad. Quedó una vaga fosforescencia apenas visible por el fondo. También el disco parado en el prado apenas deba un poco de luz que salía de la escotilla.
Rafael nos invitó a dar con ellos un corto paseo, y Firkon extrajo de un bolsillo del "chandal" una pequeña linterna que emitía una luz difusa. Nos adentramos entre los árboles.
Tina me llevaba del brazo y los tres hombres del espacio iban junto a nosotros, Rafael a mi derecha y Orthon y Firkon al lado de Tina.
"Cuando os decimos que no se os permitirá adentraros en el espacio" , dijo Rafael, "verificamos la profecía contenida en el Génesis que dice que el Señor Dios nos puso como guardianes del Edén a fin de que el hombre de la Tierra no tuviese acceso al árbol de la Vida para contaminarlo con el mal. La experiencia del mal que quisistéis llevar adelante en la historia de vuestro planeta pronto se agotará, porque veréis volverse contra vosotros los caminos del mal seguidos. Solamente los caminos del bien y del Amor Universal no conocen tropiezos ni embrollos. Quien obstinadamente sigue caminos equivocados está destinado a cargar con las consecuencias. Esta es una gran providencia a fín de que los hijos que están en el error no pierdan definitivamente el camino de regreso al Padre Bueno."
"Si he comprendido bien", dije, "entonces es que la Tierra se acerca al fin del estado actual de cosas".
"Estais llegando al fin", dijo Firkon deteniendose y mirándome, "del actual estado de cosas. Pronto estaréis en la edad maravillosa que todas las Escrituras de todo tiempo os anunciaron. Pero antes será muy triste cuanto tendrá que suceder. Es urgente que los hombres comprendan pronto la sencillez y la grandeza del mensaje que les damos. Las Escrituras os lo anunciaron hace mucho tiempo; pero también aquellos que habrían debido explicaros el verdadero significado de cuanto se os dijo y se os dejó escrito, se han perdido en los laberintos de su mente ofuscada".
Aquellas presencias, lo que veiamos y sentiamos desde un tiempo, eran el testimonio más real de la verdad de cuanto se nos estaba trasmitiendo.
"Querría saber", preguntó Tina un poco indecisa, "por qué estas cosas no las trasmitís a hombres poderosos y competentes. Es más fácil que se les crea. Ellos podrían hacer una gran obra de divulgación de las palabras de la Escritura próximas a verificarse".
Le respondió Orthon. "Nosotros", dijo, "siempre hemos elegido para nuestros mensajes hombres sencillos que no antepusieran al sentido real de nuestras palabras su cultura e ideas. Una mente abierta y sin prejuicios es más adecuada para trasmitir fielmente un mensaje del espacio. El hecho de que los terrestres no crean porque es humilde la persona portadora, no muestra más que una discriminación, índice de orgullo. Pero nosotros sabemos que quien quiera escuchar el mensaje y tenga verdad en su corazón, no se plantará este problema. Cada una podrá o no comprobar la verdad de cuanto se le ha trasmitido en su corazón. La Escritura puede servir de constatación, tanto como la realidad de lo que sucede en vuestro mundo. Hablamos a todos los hombres de buena voluntad”.
"Está escrito", dijo Rafael con su voz madura, "que el Señor Dios castigó a los hombres con el Diluvio Universal. Y que prometió que aquello no sucedería nunca más. Dice además la Biblia que Dios hizo un pacto con todos los hombres a través de Noé, incluso con aquellos que nacerían en el futuro. El dio a Noé un signo de su Alianza para todos sus descendietes: puso como signo el arco-iris sobre las nubes. Está claro que no se refería al arcoiris que véis despues de un temporal, sino que escogió esta figura como símbolo de su Alianza con el hombre de la Tierra que se le había rebelado y que había sido castigado con el diluvio. El arcoiris fue el signo del puente de Alianza entre dos orillas: la divina, con sus hijos fieles, y la humana y terrestre de los hijos rebeldes a su Ley de Amor.
Puso este arco sobre las nubes del cielo y precisó que nunca más las aguas del diluvio descenderían para castigar al hombre terrestre. Y entonces, ¿si no eran nubes que dan lluvia, de qué habló el Padre Dios? Aquella palabra significa naves, naves espaciales, astronaves, es decir, la Alianza del Padre se puso sobre nosotros y sobre todo sobre aquel que esta entre nosotros y que fue enviado a la Tierra; el mismo nuevo Moisés que ahora conducirá a la Tierra en su éxodo del mal a la tierra prometida del Edén.
"De nosotros hablaba Isaías cuando se preguntó, "¿Quiénes son estos seres que vuelan como nubes y como palomas a su palomar?". El hablaba de nuestros discos que vuelan hacia la astronave madre como habéis visto hacer esta noche. El término "nube" es muy frecuente en la Biblia. Ezequiel se encontró ante la gran nube y describió la astronave. Leed cuanto él os trasmitió. ¿Y qué eran las columnas de humo por el día y de fuego por la noche que estaban en el campo de los hebreos que habían huido al desierto?. Todo esto es la Gloria Cósmica del Señor Dios, es su Ejército Celeste. El, el Señor Dios de los Ejercitos, desde siempre obra por medio de nosotros con estos signos. Ya os dije”, insistió Rafael, "que el Señor hablaba desde la nube, como dicen los Salmos".
Rafael dio media vuelta para que volviesemos en dirección del prado donde esperaban Zuhl, el disco y la astronave. Y dijo: Está escrito: "Yo pongo mi arco en las nubes y servirá de signo del pacto entre yo y la Tierra”. Estos signos los teneis delante y se han mostrado a millones de hombres de la Tierra. Es muy importante", aseveró con tono firme, "que quien debe comprender comprende la verdad de las Escrituras. La verdad ilumina las mentes y enciende los corazones. Nosotros estamos dedicados a esto y pedimos colaboración a muchos hombres de la Tierra". "Leed" insistió aún, "leed cada palabra y meditadla. Dios dijo a Noé: "Cuando acumule las nubes sobre la Tierra y se vea el arcoiris en las nubes, entonces yo me acordaré del pacto entre mi y vosotros y todos los seres vivientes de toda especie, y las aguas no serán más un diluvio para destruir toda carne".
"¿No os parece que se intensifican las apariciones de nuestras naves espaciales en vuestros cielos?". Os lo aseguramos: el Padre Dios nos ha dicho que ya es el momento en que El pretende acumular las naves de hijos fieles sobre Ia Tierra y pronto también será visible el arcoiris sobre ellos porque se manifestará la Alianza entre el Padre y nosotros, Alianza que se extenderá también a los hijos de la Tierra. En aquellas naves del cielo estaremos nosotros y estaré sobre todo aquel que ha prometido volver sobre las nubes del cielo con gran gloria y poder. El con nosotros os llevará al Edén a repoblar su jardín."
Mientras tanto habíamos llegado a las cercanías del prado y entreví al fondo la luminosidad de la astronave y la del disco donde esperaba pacientemente Zuhl. Intervino Firkon: "Esta bien que se insista para que los corazones se abran al mensaje contenido en las palabras de la Escritura y que se puedan cotejar con los signos de los tiempos. Muchos querrían resolverlo todo con sus silogismos, con los inventos de su cultura, pero la verdad es más sencilla y más profunda que las elucubraciones. Los hijos del Padre que quieren la verdad, la sentirán llamar a la puerta de sus corazones, y ellos abrirán. Os ayudaremos siempre."
Rafael me puso una mano en el hombro; me miró con afabilidad y me dijo: "Las revelaciones que os estamos haciendo sorprenderán a muchos, como os han sorprendido ahora a vosotros. Os reportaran incomprensiones y sufrimientos. Pero es necesario que eso suceda para que sean develadas muchas cosas. Muchos hombres de buena voluntad os creerán y os ayudarán. Ellos ayudarán a la justa causa de Aquel que no miente y nosotros estaremos con ellos. Ahora tenemos que irnos. Nos despedimos hasta pronto". Nos saludamos calurosamente, con un abrazo fraternal. Los tres se fueron al disco, que les tomó a bordo y en un momento estuvo dentro de la astronave, la cual parecía ahora mayor aún. Emitió un zumbido, mientras aumentaba su luminosidad, convirtiéndose, de blanquécina que era, en un color anaranjado.
Se alzó velocísima hacia las estrelles, y se disparó desapareciendo como un rayo.
Nuestros amigos no se habían movido del lugar donde los habíamos dejado. Roberto, representando las imágenes que le habían llegado telepáticamente, había diseñado exactamente la astronave y los cuatro discos. Nico había visto una luz desplazarse de modo raro en el cielo de la colina que estaban inspeccionando. El zigzaguear de aquella luz no dejaba lugar a dudas sobre su identidad. Anna y Paolo habían seguido parte de la conversación en contacto cósmico. Todos habían tenido signos que correspondían a la experiencia que Tina y yo habiamos vivido en contacto directo con los Hermanos venidos del espacio.
Emocionados y felices, bajamos hacia la costa en busca de la general para Génova.

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