jueves, 21 de mayo de 2009

A BORDO DE LA ASTRONAVE.




Capítulo 12.
A BORDO DE LA ASTRONAVE.
La tarde del 27 de Julio hubo un nuevo encuentro. Después de una ligera subida, la luz del disco nos señaló la presencia de los Hermanos del Espacio. Rafael nos vino al encuentro y nos condujo hasta el disco, que estaba apoyado en tierra entre los árboles. Por la portezuela abierta, una luz blanquísima me iluminaba el prado. Leyéndome el pensamiento, Rafael me aseguró que no "sufriría ninguna molestia, ni mareos. Visto de cerca, el medio espacial aparecía majestuoso, y una luz difusa se trasparentaba por todas partes. Tina estaba visiblemente conmovida. Rafael entró al medio espacial, y con la mano nos hizo señal de que le siguiésemos. Entró primero Tina, después yo, y después Paolo, que habia venido con nosotros.
El interior era de una especial sencillez. La habitación estaba iluminada por una luz que se difundia por todas partes, sin que apareciese una fuente visible de esa luz. Bajo la gran cúpula, cuatro paneles luminosos hacían la función de paredes. Experimenté una emoción extraordinaria: todos estabamos iluminados por aquella luz que no tiene semejante en nuestro planeta. Paz y sensación de liberación interior se mezclaban a la gratitud hacia aquellos seres maravillosos que nos daban semejante oportunidad. Estaba del todo conmovido.
Tina conversaba con Orthon, mientras Firkon explicaba algo a Paolo, que lo miraba maravillado. Dije a Rafael que me sentía incapaz de expresar mi alegría.
Rafael sonrió y miró a Paolo, que ahora callaba con la expresión de quien está viviendo una experiencia extraordinaria y no quiere estropearla con palabras.
Uno de los paneles estaba iluminado por líneas coloreadas y relampagueaba luces; un Hermano, que estaba sentado frente a él, se levantó y se acercó para darnos la bienvenida. Era alto, tenía los ojos de un color entre verde y celeste; y los cabellos castaños, con reflejos color cobre, que le bajaban casi hasta el cuello. Me impresionó su exquisita amabilidad. Se excusó y volvió a su puesto frente al panel de las luces.
La portezuela se volvió a cerrar, y el pavimento donde apoyábamos los pies tuvo una ligera sacudida y una vibración que se prolongó.
"Estamos subiendo", dijo Rafael; "dentro de poco estaremos a bordo de la astronave".
Había en aquella sala, bajo la gran cúpula, tres grupos de asientos. Refael nos invitó a sentarnos, y también él se sentó. Los demás Hermanos fueron a hablar en voz baja con el hombre que parecía pilotar.
"La astronave", nos informó Rafael, "se encuentra fuera de la atmósfera de la Tierra. No nos faltará mucho para alcanzarla".
Vinieron a sentarse también junto a nosotros Orthon, y Firkon. Este último mostraba su alegría por tenernos a bordo del disco, y reía bondadosamente del miedo a marearme que yo había tenido antes de subir. "Como ves", reía con simpatía, "estamos todos bien". Reí con él, y le confirmé que estaba muy bien, como no hubiera podido imaginar. Tina expresó su admiración por la sencillez y funcionalidad del ambiente del disco. Paolo había conseguido expresar su sorpresa de encontrarse en el espacio. Yo estaba meditando cómo los Hermanos nos hacían vivir experiencias muy grandes con tanta sencillez y bondad. Me decía que todo aquello era fruto de un gran conocimiento e inteligencia de las cosas. No sé cuanto tiempo pasó. El disco tuvo una ligerísima sacudida. "Hemos llegado", anunció Rafael. "Estamos entrando a la astronave. Nos levantamos y la portezuela se abrió. Al salir de allí, nos encontramos caminando por un corredor de techo no muy alto. Las paredes parecían hechas de un metal fundido con vidrio. Tenían una especie de trasparencia y luminosidad difícil de explicar, pero agradabilísima de ver. Una puerta se abrió frente a Rafael, al fondo del corredor, sin que se hubiese tocado ninguna manilla.
Entramos en una sala bastante grande: las paredes tenían el aspecto que he descrito del corredor, pero eran más difusas de luz y aumentaba aquella inexplicable sensación de que hubiese una gratísima trasparencia y profundidad. Todo el ambiente estaba invadido por coloraciones que daban a todos los objetos vivos reflejos, como si reflejasen infinitas fuentes luminosas que no era posible determinar de donde surgían, y esto daba tonos de suavidad, de color y delicadeza a todo lo que se ponía ante nuestros ojos.
Tina quiso tocar el tejido de una de las butacas esparcidas en grupos aquí y allá en aquel ambiente agradabilísimo.
Firkon le sonrió leyendo en su mente una pregunta. Aquel tejido semejante el oro pálido podía ser de lana, pero su consistencia y morbidez hacían pensar en una sustancia desconocida en la Tierra. "Tenemos muchas cosas que decir", dijo él. "No hay mucho tiempo". Me dí cuenta de que cuando habíamos subido a bordo de aquellos medios espaciales había perdido toda noción del tiempo. Rafael nos invitó a sentarnos. Nos acomodamos sobre un diván, que tenía delante cinco butacas en semicírculo. Rafael, Orthon y Firkon se sentaron sobre las butacas. Observé el techo que me pereció menos luminoso que las paredes. Cambios de color apenas señalados, daban la impresión de una fluida consistencia de su espesor. Era como si manos invisibles jugasen con papel para decorar, y el efecto de quien observaba era agradable y relajante. Entraron KaIna, Ilmuth y Zuhl, y nos estremecimos de alegría. Parecían más jóvenes en equella luz extraordinaria y por efecto de los colores de su vestimenta. Se sentaron, después de habernos hecho una alegre acogida.
"Hace tiempo esperábamos este momento”, dijo Rafael con mucho sentimiento. Su voz produjo una atmósfera aún más gozosa. Tina, Paolo y yo sonreíamos conmovidos. Los Hermanos también. Rafael me miró con dulzura, y yo no pude menos que elogiar la rara belleza de las flores que había colocadas en vasos transparentes, encima de la mesa que había a nuestra derecha. Tenían colores y formas muy suaves, elípticas, redondeadas o califormes. Nunca había visto en la Tierra otras semejantes. Emanaban un perfume delicadísimo, que hacía experimentar suaves sensaciones.
"El Amor Universal es la vida de toda la creación. Aquí está todo el misterio del mal, en la pérdida del Amor. Amar es estar en la luz. La ceguedad interior, la ignorancia, la maldad, son efectos de la falta de Amor. La esencia divina es Amor, y de ella procede toda la creación".
Con estas palabras Rafael empezó a decirnos cosas que catalizaron nuestra atención. "El mal", dijo, "es no estar en el Amor. Para quien está en el Amor no es difícil recorrer las infinitas vías del conocimiento que conducen al Creador, suma aspiración de todo ser creado. Para quien no esté en el Amor, y por tanto está en el mal, el verdadero conocimiento es difícil, e incluso imposible. Cuanto más se está en la luz del conocimiento, es más fácil estar en la comprensión del Amor. Cuanto más se está en el mal, y por tanto alejados del conocimiento, es más difícil e imposible estar en el Amor. Desgraciadamente en la Tierra hay poco Amor y poco conocimiento. Por eso los hombres, antes de poder volver al camino adecuado que conduce al Creador, fuente de todo lo que es bueno, tendrán mucho que experimentar, sufrir y comprender las ilusiones y los errores del mal".
Rafael intervino para decirnos una gran verdad. “Vosotros", dijo, "como estais en la oscuridad complicáis las cosas. La sencillez es uno de los grandes caminos de la luz. Por esto se os dijo que para conquistar el cielo es preciso que os volvais como niños. Lo que es grande y profundo, es siempre sumamente sencillo".
Orthon tomó a su vez la palabra. "Se os mostrarán", dijo, "muchas cosas. Lo haremos con sencillez y con método, para poderos suministrar algunos elementos aptos para haceros comprender las cosas más elevadas. Luego visitaréis la astronave y lo celebraremos todos".
Firkon nos invitó a que dispusiéramos nuestra mente a la apertura, y a que nuestro corazón participase en ello.
“Mirad hacia aquella parte", dijo Kalna indicando la pared de la izquierda, en el lado opuesto a donde estaba la mesa con las flores. "Observad lo que vamos a mostraros".
Nos volvimos y todos miramos hacia el punto indicado. La luz del ambiente disminuyó, creando una atmósfera más íntima. Tina y Paolo no pestañaban. Una especie de humo se produjo en un punto de la estancia. Se condensaron como unos vapores formando una nube pardusca.
La nube continuó su transformación: se fueron delineando tres figuras. Mirábamos extrañados aquella increíble metamorfosis. Que parecia surgir de la nada. Poco a poco vimos concretarse la silueta de un hombre, de una mujer y de un niño. Eran reales a nuestros ojos, y al mismo tiempo, aparecían como en una escena de película o de teatro. El vapor formó aún las siluetas de algunos árboles y por abajo se dibujó todo lo que puede representar un prado con hierba, flores y pequeñas plantas. El hombre se sentó sobre una piedra; la mujer que estaba de pie llevaba una camiseta y pantalones. El niño trazaba señales sobre la hierba con un palito. Era una escena campestre, quizá una excursión familiar. Aquellas figuras que veíamos en blanco y negro, como es posible ver en una pantalla de televisión sin color, pero con figuras reales, estaban coloreándose ahora. Aquella sustancia pardusca y vaporosa emitía color, y pronto la luminosidad de cada parte de la escena aumentó mucho.
Al mismo tiempo, disminuyó aún más la luz del ambiente en que estabamos. Comencé a interesarme por lo que veía. El hombre se levantó, y conversó con la mujer que debía ser su esposa. El niño canturreaba jugueteando, sin preocuperse de sus padres que estaban cerca de él. Oímos la voz melodiosa de Ilmuth; que nos advirtió: "Ahora", dijo,"podréis ver, en esta escena familiar seleccionada, lo que nos urge que podáis comprender. Prestad atención". El color de las figuras humanas, de los vegetales y de las cosas, primero se intensificó, después empezó a atenuase. Los vestidos que llevaban los tres se confundieron con aquellas tenues coloraciones y aparecieron tres cuerpos humanos bien formados. Precisamente el cuerpo de un hombre, de una mujer y de un niño. El color rosa tenue de los tres cuerpos presentó una coloración azul claro que emergía por debajo de todos los puntos del cuerpo rosa y puso de relieve un cuerpo ligeramente más luminoso, visible en una perspectiva tal como para que se viese claramente que los dos cuerpos coincidían, pero separados uno de otro en su realidad. El proceso se repitió y se mostraron otros cuerpos, coincidiendo todos, pero separados por colores y luminosidad distintos. Podía observar que cuanto más profundo aparecía un cuerpo, desde aquella perspectiva, más luminoso era, pero no impedía ver los cuerpos más superficiales, más oscuros. Conté siete cuerpos. El último aparecía blanquísimo, y palpitaba como si emitiese rítmicamente latidos de luz. A cada latido emanaba una claridad que atravesaba todos los otros cuerpos, hasta el último de color rosa tenue.
"Observad", dijo Ilmuth, "observad también las plantas y las rocas". También para ellas como para las personas, había sucedido lo mismo. Era una escena nunca vista. Todo mostraba una profundidad vital, una riqueza de coloraciones, ritmos de los flujos de aquella luz y una simetría tal de las formas que me asombraban. Nunca hubiera podido suponer semejante cosa.
"Podéis visualizar aquí", explicó Ilmuth, "las diversas dimensiones de la energía vital en el hombre, en la vegetación y en las formas del reino mineral. También podemos subdividir estas siete dimensiones en tres modos de ser parecidos".
Miré y vi que los primeros tres cuerpos superficiales eran semejantes en su aparencia, sobre todo respecto a la sensación de consistencia que daban y al grado de tenue luminosidad. Los tres siguientes eran más luminosos y parecían más sutiles y más consistentes en el mayor grado de profundidad. El último, que palpitaba blanquísimo, aparecía ahora con una luz excepcional e irradiaba claramente rítmicos flujos de intensa luz a todos los demás cuerpos, atravesando toda su extensión y profundidad. Me dí cuenta de que no era posible, en la Tierra, conseguir penetrar en toda esta realidad vital y que aquella increíble escena había producido posibilidades en mis sentidos, que no eran posibles en un estado de conciencia normal, como se acostumbra vivir en Ia Tierra.
"El cuerpo más externo", dijo Ilmuth, "es el material. Los demás son de energía ya no material, sino cósmica o astral, como la llaman vuestros estudiosos en la Tierra. Con cada uno de estos cuerpos el hombre puede vivir en varios mundos y dimensiones, en planetas más evolucionados. El cuerpo más externo muere y el cuerpo subyacente está dispuesto a realizarse plenamente en el nuevo ambiente energético. Es lo que sucede en la muerte, pero en realidad es sólo un nacimiento con el nuevo cuerpo de una dimensión superior en un mundo superior de igual grado evolutivo al del cuerpo realizado. Puesto que hay muchísimas dimensiones, también los cuerpos potenciales en el hombre no son siete solamente, sino muchísimos. Os hemos mostrado siete solamente para facilitar vuestra comprensión".
Estaba completamente concentrado en aquella maravillosa realidad. Oí la voz de Tina que exclamaba: "¡La belleza del último cuerpo luminoso es extasiante!".
"Es lo que queríamos sobre todo que comprendiérais", intervino Kalna, y su voz expresaba satisfacción. "El cuerpo blanquísimo que emite oleadas de energía vital a los cuerpos astrales y hasta al material es la visualización de lo que llamáis "espíritu". En la Escritura podéis encontrar que el ser humano se divide en cuerpo, alma y espíritu, entendiendo por cuerpo el material, por alma los cuerpos astrales y por espíritu la parte esencial del hombre que es inmortal y no morirá jamás porque es sede de la Vida y de la Conciencia".
"El espíritu", prosiguió Ilmuth, "tiene la capacidad de vivir en el ilimitado Espacio más allá de la Barrera Celeste. Mientras el espíritu está todavía revestido" de los cuerpos astrales, no puede sobrepasar la Barrera Celeste y debe vivir en un mundo cósmico que sea igual a su grado evolutivo".
Firkon explicó: "Los Hermanos del Espacio, como somos nosotros, son los que han realizado ya el cuerpo espiritual y por eso normalmente viven en los maravillosos mundos de la luz en el Espacio ultracósmico. Los Hermanos del Espacio, los que las Escrituras llaman con frecuencia Angeles o el Señor, pueden emprender viajes a las dimensiones cósmicas y revestirse de cuerpos cósmicos según la necesidad. Por el contrario, los Hermanos que no han evolucionado todavía hasta el punto de librarse de los cuerpos cósmicos y de poder sobrepasar la Barrera Celeste, fuera de la cual existe el infinito Espacio de la Luz, tienen la posibilidad de emprender viajes a mundos inferiores a su grado de evolución. Esto lo pueden hacer de foma autónoma, en virtud de sus conocimientos y de las misiones que se proponen o que se les confía. Para ir más allá, como os ha sucedido hoy a vosotros, deben confiarse a nosotros que ya hemos sobrepasado la Barrera Celeste y que por eso tenemos un conocimiento que nos permite procuraros viajes hacia mundos superiores a vuestro Grado de Evolución".
"Entonces”, interrumpió Paolo, "os podemos llamar Hermanos del Espacio, y a los que no pueden librarse de todos los cuerpos cósmicos, Hermanos del Cosmos".
“Exactamente", respondió Orthon. "nuestro conocimiento es espiritual y supone el conocimiento cósmico. Pero pueden existir Hermanos que tienen un gran conocimiento cósmico y son pobres en el espiritual. Es preciso obrar siempre sobre las fuerzas cósmicas a través del la fuerza espiritual o mística, y esto significa confiarse siempre al Creador que obra a través de sus Hijos de la Luz. Obrando solamente sobre fuerzas cósmicas, no se puede tener garantías de que se haya obrado adecuadamente y sin consecuencias negativas. Pero cuando se obra con quien está en la Luz y pertenece al Espacio del Espíritu y conoce fuerzas místicas y la acción dominante y silenciosa del Creador, entonces se es un intermediario en el Diseño Universal de Amor y de Salvación de la Economía Divina y no hay peligro de error. Nadie puede arrogarse un conocimiento superior a su propio límite". Rafael reclamó nuestra atención a lo que sucedía ahora en la nube coloreada que mostraba las tres figuras humanas y un jardín. El hombre y la mujer discutían. Noté que el hombre movía los brazos como se acostumbra a hacer en una discusión animada. Oíamos su voz. Reprochaba a su esposa algo que no comprendí bien pero que concernía al niño. Este parecía no ocuparse de la disputa entre sus padres y continuaba su jugueteo.
"Observad", dijo Rafael, "ahora veréis las consecuencias de la ira sobre los cuerpos sutiles y sobre el cuerpo espiritual de estos hermanos".
El hombre decía palabras severas a la mujer, acusándola de no ser capaz de cumplir con su deber. Estaba cegado y su esposa lo miraba sorprendida. Vi la figura del hombre, los contornos de sus cuerpos como deformados, como si se distorsionaran por una fuerza fea. La armonía de las líneas se veía comprometida. Del cuerpo espiritual, que se ofuscaba y perdía su blanquísima luminosidad, partian como oleadas de grumos energéticos que atravesaban los otros cuerpos alterando su luz, su homogeneidad y su forma.
Ahora el hombre gritaba y la mujer lloraba. La luz blanquecina de su cuerpo espiritual se volvió de un color sucio como marrón oscuro; todo su ser sufrió una inundación de aquella desagradable coloración y su silueta se contrajo y quedó deformada. Sólo el cuerpo material sufrió un deterioro menor, a pesar de haberse vuelto el contenedor de aquellas deformaciones y trastornos de la luminosidad y la belleza de los otros cuerpos. Ahora del cuerpo del hombre salían como oleadas de aquella energía vital tan desordenada y oscura, se expandían en sucesivas emisiones en el aire de alrededor y penetraban en los cuerpos de la mujer, que con aquella penetración también se contraían deformándose y recibiendo una disminución de su luminosidad natural.
"Esto que véis", explicó Rafael, "es lo que sucede en un ser humano, cuya conciencia se abandona a la ira. Su energía vital se oscurece y se deforma. La energía vital de cada individuo está en comunion, a través del ambiente, con la de sus semejantes y por tanto quien vive ordenadamente y bien ayuda a los hermanos y quien vive desordenadamente y mal daña a sus semejantes. Todo lo creado está en comunion. Todo es realidad, y cuanto más sutil es una realidad, es más vital. El pensamiento, sus formas y la que llamais fantasia o imaginación es de una realidad y consistencia que la materia no puede comprender. Quiero decir que el hombre ligado todavia a la materia quedará extrañado cuando advierta la inconsistencia de la energía material respecto a la consistencia vital de su espíritu con los pensamientos, los sentimientos, y las emociones contenidas en él. Pero como por ahora él filtra estas cosas en la materia, se crea una ilusión que la hace ver muy consistente la materia y abstracta toda otra realidad más sutil”.
Entre tanto el hombre seguía en su explosión de ira y el "contagio energético" descrito inundaba ahora también al hijito, que sin embargo seguía mostrando despreocupación por la pelea de los suyos. Incluso la vegetación estaba invadida de aquellas oleadas de energía oscura y desordenada hasta en el ritmo de las emanaciones y producía también una desarmonía en las rocas. Comenzamos a sentirnos invadidos por aquel malestar.
"¡Qué cosa tan fea!", dijo Tina. "¡Qué cosa tan fea!".
La escena sufrió como una aceleración, después se redujo al ritmo natural. Ahora el hombre abrazaba dulcemente a su esposa que se secaba las lágrimas. El pequeño estaba entre ellos riendo contento. El cuerpo de los tres y de todas las realidades vegetales y minerales estaba sufriendo como una recomposición. Oleadas de luz y de color daban nueva armonía y respiración a aquellas siluetas. Sentíamos que volvían a nosotros la alegría y la felicidad mientras se alejaba la pesadilla de lo que habíamos visto y experimentado.
La escena se difuminó poco a poco y el humo pardusco se desvaneció lentamente. La luz del ambiente se volvió como antes y Rafael y los demás nos sonreían, como si en aquel momento nos hubiésemos vuelto a encontrar después de un paréntesis que nos hubiese turbado. Con alegría volví a pensar un momento en el viaje de la Tierra a la astronave, donde me encontraba con Tina, Paolo y aquellos Hermanos.
Volvió a hablar Rafael: "Si todos los hijos del Padre Dios hubiesen usado la libertad que se les concedió para seguir solamente las infinitas vías del Amor Universal y se hubiesen fiado exclusivamente de la bondad de sus Leyes Universales, no hubiera sido necesario experimentar dimensiones cósmicas tan limitadas respecto al Espacio infinito más allá de la Barrera Celeste. Pero como al principio hubo un rebelde que convenció a sus seguidores de que se podía desobedecer al Padre Bueno y hasta obrar sin El, de aquella soberbia nació la necesidad de experimentar el mal y entonces, como el Padre sabía que otros seguirían aquel mal ejemplo, creó dimensiones más limitadas, creó el Cosmos, los mundos astrales y materiales que, aunque eran maravillosos por ser obra de sus Manos Divinas y reflejaban las bellezas y las armonías del Espacio Celeste, eran sin embargo más limitados. En ellos muchos de sus hijos serían sometidos a la prueba de experimentar el egoísmo en vez de la Universalidad del Amor, la maldad en vez de la bondad, el sadismo en vez de la felicidad de ver gozar a los hermanos. Ellos desarrollarían vías de mal antes que del bien, odio en vez de Amor, su ceguedad en vez del verdadero Conocimiento que da la Vida. Por esto ha sido creada la materia: para que el Espíritu y la Conciencia encerrados en ella tuvieran una protección. Habéis visto que el cuerpo material y lo que tenía en sí era el menos sensible, y detenía la turbación causada en los cuerpos más sutiles del hombre. Si estos hijos no tuviesen un cuerpo material y cuerpos astrales, experimentarían el mal que su conciencia quiere probar en condiciones mucho mas manifiestas y de dolor. Es importante que el hombre se convenza de la inutilidad y peligrosidad del mal durante su vida material, porque de otro modo lo experimentará en dimensiones más sutiles y reales sufriendo mucho más y padeciendo su violencia. Es preciso que el hombre sepa comprender la bondad del Padre, que no ha quitado la libertad a los hijos infieles a su Amor, sino que les ha concedido que se puedan convencer de estas cosas en una situación de menor sufrimiento. El mismo sufrimiento es un medio de salvación, el dolor es la voz del Padre que reclama a sus hijos, es purificación, es Amor. ¡Ay, si no existiera el dolor mientras no se haya recuperado al último hijo del Padre!. Habéis visto el efecto del dolor de ese hombre que ha comprendido que estaba ofendiendo a su propia esposa y dañaba el ánimo sensible del niño. El dolor experimentado por su conciencia era una energía vital que se liberaba de su espíritu y recomponía y volviá a dar armonía a su ser, el de su compañera y al de su hijito".
"Cuando la bondad y el Amor sean recuperados por los hijos de la Tierra", dijo Kalna con muy tierna voz, "entonces vuestro espíritu producirá maravillosas energías vitales, que darán luz a vuestras mentes y calor a vuestros corazones. Entonces la fuerza benéfica que se liberará en vosotros, sanará vuestros males espirituales, morales y materiales. Incluso los animales se desintoxicarán por ella y las plantas y las piedras. No podéis imaginar hasta qué punto toda la realidad vital del ambiente está ligada a vuestra conciencia. Las inteligencias condicionan realmente el ambiente vital, sus mundos. Todo es realidad vital: cualquier movimiento de vuestro ánimo, cualquier deseo, pensamiento o sentimiento, también cualquier pasión. Burlarse de estas realidades significa prolongar el camino hacia la luz por muchos milenios todavía. Cada hijo del Padre llegará al conocimiento espontáneamente, libremente, en virtud de la propia convicción de la verdad, del bien y de lo ilusorio del mal. Nosotros os ayudaremos siempre para que el Padre sea nuevamente feliz de poder recuperar vuestro Amor y vuestra confianza en El, Unico Creador, Sumo Amor y Dios".
"Todo pensamiento tiene su forma, su color, su perfume", su voz y su significado. Igual todo lo que vive en el espíritu humano. Los hijos del Padre pueden crear paraísos o realizar infinitos infiernos. El Padre se dedicará siempre a conducirlos hacia El, y nosotros seremos sus fieles hijos y colaboradores. Hasta que todos se convenzan de la verdad de las cosas".
Firkon me miró a los ojos. Comprendí que había leído en mi pensamiento la pregunta que quería hacer.
"Sí", me dijo con tono grave y seguro. "Sí, todo esto acabará. Los hijos del Padre que están llevando experiencias equivocadas comprenderán pronto. Ellos sufrirán tanto dolor en la Tierra, que hasta los ciegos verán y los sordos oirán. Los corazones se ablandarán de su milenaria dureza, las mentes querrán la luz. Entonces el Padre hará una fiesta sin precedentes en la historia de la Creación, porque el hijo pródigo habrá vuelto definitivamente a su Casa".
"Está escrito", replicó Rafael pensativamente, "que solamente se perderá el hijo de la perdición. Esto contrista infinitamente al corazón del Padre y hace sufrir al nuestro. Estos hombres testarudos no querrán comprender la lección, pero no podrán perjudicar más. Para ellos todo el Plan de Amor y de Salvación no dará fruto. Nosotros no podemos sustituir al Padre Dios. El preparará algo también para ellos; pero ¡Ay de quien tiente la inmensa bondad, misericordia y justicia de Dios!. No olviden estos obstinados hermanos nuestros, que siempre y en todo momento habrá misericordia, perdón y Amor para ellos. Pero tendrán que sufrir en la misma medida de su increible obstinación".
"Lo que ha sucedido en la Tieerra en estos milenios", añadió Rafael con tristeza pero con voz fime, "de historia de dolor, injusticia y sangre quedará en el Cosmos como ejemplo para mostrar el error bajo todos sus aspectos de horror. Esto está alcanzando ya el límite que el Padre ha dispuesto en su amoroso corazón. El no permitirá que se sufra más, y todos podrán tener la recompensa por lo que han sostenido sobre si mismos".
Tina estaba atenta y seria. Paolo miraba a Rafael con curiosidad y dulzura.
"Ahora", dijo Ilmuth, "observad lo que vamos a mostraros". La luz disminuyó otra vez. La nube pardusca se coloreó rápidamente y ante nosotros vimos un niño con el cuerpo material gravemente deformado. Sin embargo, sus cuerpos sutiles eran de una gran lucidez, tenían colores tan extasiantes y una armonía tal que hicieron lanzar a Tina maravilladas exclamaciones. Yo lo miraba y sufría en mi interior por aquel contraste estridente. La belleza interior del niño aventajaba a la penosa impresión de la realidad deforme.
"Cuando los desórdenes energético-vitales de las conciencias del hombre provocan en un planeta estas horribles cosas", dijo Ilmuth, entonces nosotros tomamos muchas veces posesión de estos cuerpos. "Vosotros no lo sabéis, pero a sufrir en cuerpos deformes y en cerebros enfermos baja un ángel casi siempre, para cumplir una sublime y eficaz misión en beneficio de los hermanos de la Tierra que tendrán que renunciar al mal".
Calló. Yo estaba conmovido por lo que habia oído y visto. Mi Amor por aquellos Hermanos crecía demesuradamente. El cuerpo espiritual del pobre niño era de un fulgor indescriptible. Aquella luz se difundía con fuerza y dulzura en los cuerpos más externos y se distribuía por todo alrededor.
"Ellos son los pulmones de vuestro mundo", dijo; "y cuando un día comprendáis tales cosas, entonces ya no habrá hombre en la Tierra que acuse a Dios de haber hecho criaturas para torturarlas, sino que acusaréis a la maldad de vuestro duro corazón y bendeciréis a los que quisieron soportar más dolor aún que vosotros, e injustamente, para poderos salvar. Si no, ¿qué sentido tendría la sangre de los mártires, el bien y el amor de todo tiempo? ¿Qué significado tendría lo que hizo aquel que murió en una cruz para deciros toda la Verdad y daros la mayor lección que se haya impartido jamás del Amor Universal a la Tierra? La hora de la verdad se aproxima, y cada hombre sabrá, quitado el olvido necesario para disminuir el dolor, si nació en la Tierra para redimirse o para salvar a los demás teniendo que redimirse antes a sí mismo. Porque también los ángeles, cuando nacen hombres en la Tierra, tienen que salvarse primero ellos mismos, ser salvados, y después tendrán el poder de salvar a los demás cumpliendo su difícil misión. Algunos de nosotros prefieren soportar sufrimientos físicos en un cuerpo martirizado, antes que haceros experimentar los estragos del mal. Esta escrito que no juzguéis. No juzguéis, sino quedad en el Amor porque ésta es la única garantía contra el mal para el triunfo del bien. Confiaos al Padre Dios y a sus hijos que obran en el Amor para vuestra Salvación. Sed buenos y sencillos".
Ilmuth acabó de hablar. La nube vaporosa disipó sus colores y desapareció quitando de nuestra vista aquel ser. La luz volvió a la sala de la astronave. Una larga serie de pensamientos atravesaban mi mente serenamente.
Rafael nos invitó a que le siguiéramos. Vinieron con nosotros Orthon y Firkon. Visitamos varios departamentos de aquella enorme y maravillosa casa de luz. Fuimos conducidos a una sala donde brindamos con una sustancia suavísima. Después Kalna cantó y oimos una música que conmovió a Tina hasta las lágrimas. Teníamos el ánimo saturado de ligereza, de paz y la certeza del Amor sin fin de los Hermanos. Entonces, nos volvieron a llevar, a través del corredor, al disco que nos devolvería a la Tierra. Nuestros compañeros de viaje fueron otra vez Rafael, Orthon y Firkon.
"Llegará el tiempo", decía Ilmuth mientras Kalna nos sonreía, "que no nos separaremos más. Todos los hermanos de la Tierra que quieran, podrán viajar al Espacio con nosotros. Bastará con quererlo y sobre todo con ser hijos del Amor del Padre.
Juntos visitaremos mundos y surcaremos nuevos cielos. Estaremos siempre en misiones de Amor y conocimiento para otros hermanos que quieran evolucionar pronto. Y además veremos al Padre cara a cara porque iremos fuera de la Barrera Celeste. Estad seguros de ello", concluyó Kalna, "ésta es la verdad". Nos saludamos todos con un abrazo.
Nos sentamos en el disco, mientras la luz de la habitación actuaba en nosotros para prepararnos para volver a la atmósfera de la Tierra. Nuestro corazón había quedado en el Espacio, en la astronave, con toda su luz, sus colores y sus perfumes. El disco nos llevó hasta donde nos había levantado algunas horas antes. Eran alrededor de las seis de la mañana.
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